15 de enero de 2025
Comentario destacado
Good business plan example
–¿Y aquí? Se había ido en ómnibus, entonces. ¿Por qué hada esas cosas? Quizá porque él la había dejado en medio de la calle cuando salieron a comer. Era vengativa, una mierda. Sin embargo, seguía pensando en ella. Zumbaba en su imaginación y no se iba. Echaría al chofer cuando volvieran a Buenos Aires. Ycon Reina, ¿qué hada.? Un par de abejas se acercó al cuenco de miel que la casera había dejado sobre un banco, en la galería. A lo mejor no ha vuelto al diario, pensó. A lo mejor está yéndose a cualquier otra parte. Pero algún día tiene que detenerse. Algún día va a llegar a un sitio y va a quedarse para saber qué hacer. Y cuando llegue, voy a estar esperándola. Puede sentirse todo lo libre que quiera. Puede sentirse libre todo el tiempo porque, vaya donde vaya, me pertenece. Y donde también es otra dicha morirse es en Cuba, donde uno tiene el entierrito asegurado. El que se quede en Cuba tenga por seguro que lo entierra Fidel: con plata de los gusanos de Miami. ¿Y a mi? ¿A mí quién va a enterrar? ¡Será este Papa! Que en adelante pondré con minúscula porque la mayúscula lequeda muy fundillona a semejante follón. Durante algunos segundos, vaciló entre ordenar que despidieran a Reina o llamarla a su oficina para que explicara por qué había introducido esa información tan fuera de lugar. La chica le despertaba una vaga curiosidad intelectual. En un par de minutos, podría conocerla mejor. Llamó por la línea interna a Sicardi, el jefede personal, y le pidió que le llevara las fichas de ingreso. Remise no, repitió. Remis. Reina Remis. Confiaba en Sicardi a ciegas. Era retacón y tenía la nariz grande, cruzada por retículas de vasos capilares. Sus informes eran siempre metódicos, prolijos, sin una palabra de más. –Mi león. -Ahora te reías. -Soy ambigua y terriblemente misteriosa y no me canso de decir mentiras. Desde chica me recuerdo inventando las mentiras más fantásticas. Con todos los ases en la mano, Camargo no tenía por qué perder la calma. Pongamos que no. Aunque, a efectos de ulteriores resultados, da exactamente lo mismo. La diferencia entre ser perseguido por dragones o imaginarlo no modifica para nada la situación. Ni mucho menos modifica a los dragones. Que no existen, eso es justamente lo único que se sabe acerca de la existencia de dragones. Del horroroso Phixtonblox, en cambio, hasta el momento, no se sabe nada. Se había ido en ómnibus, entonces. ¿Por qué hada esas cosas? Quizá porque él la había dejado en medio de la calle cuando salieron a comer. Era vengativa, una mierda. Sin embargo, seguía pensando en ella. Zumbaba en su imaginación y no se iba. Echaría al chofer cuando volvieran a Buenos Aires. Ycon Reina, ¿qué hada.? Un par de abejas se acercó al cuenco de miel que la casera había dejado sobre un banco, en la galería. A lo mejor no ha vuelto al diario, pensó. A lo mejor está yéndose a cualquier otra parte. Pero algún día tiene que detenerse. Algún día va a llegar a un sitio y va a quedarse para saber qué hacer. Y cuando llegue, voy a estar esperándola. Puede sentirse todo lo libre que quiera. Puede sentirse libre todo el tiempo porque, vaya donde vaya, me pertenece. algo menos transparente que la común. Según ella, es la sustancia de la que se alimentan las reinas de la colmena: rebosa de proteínas, grasas, y unas hormonas imprecisas. «Por qué no prueba la miel con la cera, doctor Camargo?», lo incita la repostera. «Si las reinas toman de allí toda la fuerza que necesitan para volar muy alto, imagínese el efecto que podrían tener en usted, que es un príncipe.» Camargo no responde. Aunque siente repugnancia por esas misteriosas secreciones del abdomen de las abejas obreras, pide por la tarde que le lleven un trozo cualquiera de panal. Con una lupa, observa una por una las prodigiosas celdillas hexagonales, de paredes fragilísimas y sin embargo elásticas. Le gustaría descubrir, por azar, la larva de alguna reina en ciernes, para clavarle de inmediato un alfiler. –Es bueno saber que alguien se siente bien. -En la bandeja habían puesto unapischa realmente apetitosa: dos o treslonticos de carne asada y caliente, y unoscartófilos aplastados y salsa, y después crema helada y una lindachascha dechai caliente. Hasta me mandaron uncancrillo para fumar y una caja de cerillas con una cerilla adentro. Esto parecía la buena vida, oh hermanos míos. Y después, cuando ya me había pasado una media hora dormitando en la cama, entró una enfermera, unadébochca joven y bonita, con unosgrudos de verasjoroschó (no había vistoptitsas así durante dos años), y traía una bandeja y una hipodérmica. Le dije: Desde tuúltima visita, la mujer ha colgado en la pared cuatro fotografías, a la vista del escritorio donde trabaja: una es la que vos mismo tomaste a la entrada del museo de Orsay, en Paris, un mediodía de enero. La ves con el abrigo oscuro, de paño inglés, que le compraste la tarde antes en la Rue duFaubourg Saint Honoré, y el tailleur escocés con la bufanda atigrada que tantas veces ha usado en los viajes a Europa. Está radiante, con el pelo partido al medio y la sonrisa infantil que te sedujo la noche del primer encuentro en el bodegón francés, cerca de la placita Cortázar. Al pie ha escrito una palabra inexplicable: Farsante. Otras dos fotos han sido tomadas en la selva colombiana. Al fondo se divisa un caserío de paredes cariadas y techos de palma. La mujer viste, como sus acompañantes, un uniforme de camuflaje. Te gustada saber cuál de los que están allá es Germán,pero todos se parecen: los guerrilleros, los periodistas, los campesinos. ¿Será acaso el que clava en la cámara, desafiante, unos ojos azules demasiado felices? Has decidido que irás la próxima vez al departamento con una cámara y copiarás esas fotos, para que Sicardi identifique al intruso en la embajada colombiana. Querés saber su nombre completo, la historia de su familia, e irrumpir con una maza en los cristales de su vida. La cuarta foto, que la mujer ha colgado sobre las otras, al centro, muestra a una niña de tres o cuatro años montada sobre un pony. Alguien que sin duda es la madre la sostiene por detrás: debía tener entonces la misma edad que la mujer tiene ahora, treinta y dos años, y se le parece con tanta exactitud, con un efecto de realidad tan persuasivo, que la hija de ahora bien podría ser la madre de aquel entonces, coma si el pasado siguiera durando en elpresente y se estableciera, entre las dos épocas, una férrea identidad. Comprendés de pronto que ese juego de espejos sucede no sólo en el tiempo sino también en el espacio. La mujer es un calco de su propia madre y a la vez es un calco de la tuya. La imagen recóndita de la enfermera con delantal blanco tableado y los guantes de goma que se acercaba a tu cama por las mañanas, cuando volvía del hospital, reaparece ahora, nítida, tal como era cuando la dejaste caer en los fosos de tu conciencia. No recordabas su cara desde entonces ni estás seguro tampoco de que es una ilusión lo queves ahora, una industria cruel de tus deseos, pero el hecho de que tu padre también la haya reconocido te inquieta. Y si la madre de la mujer fuera también tu madre? ¿O peor, todavía, si la mujer, desplazándose en el tiempo, se las hubiera arreglado para ser tu madre y huir de vos en la infancia, como vuelve a hacerlo ahora? Por un momento, la idea te horroriza. Luego, volvés a examinar la foto con atención y re das cuenta de que la madre que aferra la montura del pony, si aún vive -y la mujer re ha dicho más de una vez que vive, te ha mencionado la tenacidad con que la llama por teléfono para preguntarle cómo está, aunque jamás se ha molestado en ir a visitarla-,no puede tener mis de sesenta y cuatro años, mientras la tuya, Camargo, está ya cerca de los noventa. ¿O yerras otra vez en tus cálculos? ¿O tal vez ambos, tu madre y vas, nacieron al mismo tiempo? Puta, decís, con una voz desgarrada que te sale en sordina, más hacia dentro que hacia fuera: puta, ¿por qué has sido tan puta siempre? ¿Por qué me has hecho esto? Ya durante las incomodidades del proceso por un homicidio del que no es culpable, como ahora todos lo admiten, se le presentaron los síntomas de una enfermedad rarísima, que los médicos diagnosticaron con nombres impronunciables: polineuritis idiopática aguda o polirradículoneuritis, a la que también se conoce como síndrome de Guillain Barré. Pulcro, agrónomo. Correctas rayitas jaspeadas. Cuarenta y tantos años. Roque Cantilo, esposo de Verónica. Especialista en algo que entendí como posturas intensivas, pero que resultó ser pasturas. Sin ningún esfuerzo imaginé que se sujetaba las medias con ligas. Gordura discreta, reloj y corbata discretos. Todo haciendo juego y en el lugar exacto. Anteojitos. Nada de marcos negros; color carey. En vez de saludarlo daban ganas de decirle qué limpio está usted. Mi primera impresión fue que se parecía a una farmacia o a un inodoro flamante. –«Se estrelló un Concorde en Paris: 113 muertos.» Y abajo: «Cayó sobre un hotel. Iba a Nueva York. Es el primer accidente del avión supersónico». No. No lo conoces..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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