15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–Eres demasiado joven para eso, hijo. Caramba, tienes la vida por delante. Era un alma de Dios. Un alma furiosa de Dios. En plena noche, cuando todos dormían, el monstruo que había en él se levantaba y acometía las puertas a patadas. ¡Tan! ¡Tan! ¡Tan! sonaban como truenos los trancazos. Y cuando los pobres treinta y cinco niños y su mujer se despertaban aterrados, con el corazón en vilo, entonces Argemiro gritaba: –No sé qué decir. Estoy confundida. Todo me confunde. –Me imagino que tratas de averiguar la hora. Admití que ésa había sido mi intención. –¿Quién la recomendó al diario? –¿En el primero qué es lo que se contempla? ¿Que le dan como un millón ciento cincuenta mil quinientos latigazos en la espalda a Cristo y lo dejan vuelto un Nazareno? –Cómo se te ocurre. Tiene más de noventa años, ¿no te dije? Lo cuida una enfermera. Lo lava, lo limpia, le da de comer. Sicardi viene a cada rato para que no le falte nada. Pimenta guardó el revólver en la guantera de su automóvil y huyó. Durante horas vagó por la zona rural de Ibiúna, en las cercanías del hagas, hasta que decidió buscar refugio en casa de un amigo. Según contaría más tarde, más de una vez se llevó el arma a la boca y estuvo a punto de acabar con su vida. No lo hizo porque los lugares donde andaba eran desérticos y pensó que los investigadores iban a tardar varios días en encontrar su cuerpo. Temía que, cuando por fin lo recuperaran, su cara estaría desfigurada y tal vez infundiera horror. No quería que sus hijas vieran esa degradación. Desistió, pero no perdió el ánimo. Verónica me miró como si yo fuera uno de esos muebles indefinidos a los que no se sabe dónde colocar. 6 Se puso pálida, pálida, pálida, como la Muerte de Horacio, la «pallida mors». –Lo decía antes y lo digo ahora. Pero atrás de esos ladrones de vacas viene seguramente otro ejército. Y yo no tengo más que estos seiscientos desesperados, heridos y deshechos por la fatiga y montados en caballos que ni pueden tenerse en pie. Ya casi no tenemos municiones, carajo. Hasta las armas de fuego faltan. ¿O no entiende? Aasta lo miraba en silencio. Entonces habló un oficial. Elángel levantó el revólver a la altura de la frente del otro y disparó. El trueno del disparo se fue culebriando por entre esos recovecos y socavones llenos de tumbas llenas de eternidad y de gusanos, y se quedó resonando por un rato con una voracidad de infinito. El eco del eco del eco… Muchísimo antes de que el eco se extinguiera el guardián de la tumba se desplomó. Luego el eco murió en sus armónicos. El Ángel Exterminador se había convertido en el Ángel del Silencio. –¿Por qué? -dijiste-. Eso, lo que acabas de hacer. ¡Por qué me apartaste? -Tenías los ojos muy abiertos, como si volvieras de caminar por una casa a oscuras. -No, no me lo digas… Oíme, por favor… No me hagas nada malo. -Hablabas con la vehemencia desamparada de una loca. -Nunca me hagas nada malo, ni dejes que te lastime. Otro ejemplo de Rendones: mi tío materno Argemiro, que engendró en una sola santa mujer treinta y nueve vástagos reproductores: mellizos, trillizos, cuatrillizos… En cada parto se ganaba una lotería, en hijos. ¡Y cómo no en un planeta despoblado donde lo que falta es gente! Elúltimo esfuerzo que hizo por reparar el daño de la noche anterior terminó, sin embargo, por arruinarlo todo. Un tiempo de roja locura se avecina, ahijadito, galoparás, galoparás delante y te dirán maestro. Also sprach Esteban. Abandonó su patria y el río de su patria, se retiró a la montaña, una mañana se levantó con el crepúsculo del alba, increpó al Sol, se despidió de su águila y de su víbora y comenzó suUntergehen,cuesta abajo, dando gritos como un sátiro adolescente, no, nunca más adolescente, lo sé, se acabó el efebo brillante a quien rondan protectoras matronas Cavarozzis deslumbradas ah llorando su antigua nubilidad en andrajos, pensando quizá lo hubiera amado tanto, snif, el tiempo, el Tiempo. Para mí, también. Tengo tres pelitos blancos en la barba, los vi, tres níveos pelitos de un lado y cuatro del otro, que se multiplicarán como las frutas en las cumbres del Líbano, como la hierba en los prados. Motivo por el cual, caput, Jodón dios Pan de pueblo chico, basta. Cabeza de ratón ha muerto. Ecce Homo. La gran quiebra adentro, el límite aquel de la lectura: un punto del que es imposible regresar, nadie regresa. Sí, firme aquí con sangre. No, nadie regresa entero, sólo el consuelo de la letra escrita y yo con ella hasta donde aguante, reventaremos juntos, amada mía, aunque no sea lo mismo, aunque el agujero aquí, corazón de trapo. Pero y por qué. No por nada llegué huyendo, Beatriz, y te encontré Graciela Oribe alta de manos balsámicas, matadora de la serpiente. Y Esteban da siete pasos de león y mirando a su alrededor dice: Homo fuge. La cosa está que arde. Volver adonde. San Pedro ya no existe. Buenos Aires nunca existió, Buenos Aires es una plaza en Flores, una plaza con robles y terebintos junto al gran colegio irlandés de tejados rojos. Y su pelo. Buenos Aires era el resplandor de su pelo tan raro por las noches, tan no sé. No parecía real visto contra la brillazón de los focos. Unacalesita a lo lejos. Y, siete años después, la triste despedida, ella y yo junto al sobrerrelieve de Los Amantes, en la Plaza Irlanda, lindo lugar para la patética ceremonia. Despidiéndonos como dos enanos junto a la titánica pareja de mármol. La formidable amada de dos metros de alto mostrando el culo, y el amado descomunal, portador de una hoja de parra en el pito. No sé por qué la Municipalidad imagina qué las nalgas de una señora son menos ofensivas que su bajo vientre. Francamente. Tampoco sé cómo hacían los antiguos para taparse la pistola con una hojita deleznable sin que se les viera, no digo las pelotas, pero aunque más no sea algo de las pelotas. Me mirabas, Beatriz. Te estás sonriendo, dijiste, siempre estás sonriendo, hasta hoy. No, es que. Pero cómo explicar. Cómo explicar, mientras me dabas los anillos y me decías guárdalos vos y si dentro de un año, cómo, en qué lenguaje de este mundo explicar lo de los glúteos y la hojita. Un año, qué coraje el mío. Un año de plazo pedido por mí. Un año de ardiente soledad creadora, doce meses de libre libertad febril, trescientos sesenta y cinco domingos áureos poblados de millones de minutos fulgurantes para redactar mi Zepher Yetzirah, porque al parecer la marcada tendencia de Esteban Espósito, en esos últimos tiempos, a rodar borracho por la escalera o despertarse en camas ajenas, no era la fresca viruta sino desesperación poética. Déjame que te explique, hermana paloma: una especie de autodestrucción simbólica, de autovejación, como de santo que macera su triste carne para purificar el alma inmortal, sólo que un poco al revés. O de rebelión. Combatir la impotencia del espíritu a rudos golpes de bragueta. Me engañabas, Esteban, eso es lo único que yo sé. Cómo explicar, cómo decir que no. Que realmente era otra cosa. Y además para qué, vengan el cintillo y las alianzas y adelante con el Amor Fati. Comprometerse, cajita azul, anillos. Bien mirado hay que ser cursi. Yo, quiero decir, porque la idea se me ocurrió a mí, poeta colosal. Gran sorpresa en el Pasaje de la Piedad: Te voy a inventar un sitio, vení. El pasaje colonial engastado súbitamente como un camafeo en plena Bartolomé Mitre al 1600, a tres cuadras del siglo XX, laberinto dormido en el tiempo frente a la iglesia de la Piedad, con su letrero ruinoso entrada para carruajes y su empedrado recoleto que pisan fantasmas de enlutadas. Mira si no es de otro siglo, de otro mundo; hace abstracción de esa rata y de los tachos de basura y decíme si no es Poe. Mira esa casa. Y ahora dame la mano. No, la otra; el dedo, afloja el dedo. Ego vos conjugo. Consummatum est. Aunque declaro que su helado brillo lunar, el de las sortijas, no significa que sean de oro blanco ni mucho menos platino, en cambio la perla del solitario es auténtica y no me salgas con que trae mala suerte porque mi abuela Ramona la usó sesentitrés años y tuvo nueve hijos, sólo uno epiléptico..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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