15 de enero de 2025
Comentario destacado
Example of an action research paper
Era un comentario imprudente, ordinario.¿Imaginarlo? Para qué, si ya todos lo conocían. Poca gente se tomaba la confianza de llamarlo Ge Eme, y casi nadie se preguntaba por el significado de esas iniciales. El tiempo las había convertido en un nombre propio, como sucedía con D. H. Lawrence, T. S. Eliot o H. A. Murena, y él ya ni siquiera pensaba en lo que querían decir. Correspondían al santo del día de su nacimiento, Gregorio Magno Pontífice, y aunque en su cédula de identidad figuraban las tres palabras, había logrado mantener en secreto la última. –Cerca de una semana -dijo ella. La tendencia natural de este animal bípedo y puerco que se llama a si mismo «ser humano» cuando tiembla es salir corriendo a descampado en sus dos patas no le vaya a caer el techo encima y lo aplaste y le borre de un tirón sus miserables recuerdos. Pues ninguno de nosotros se movió. En el estado en que estaba papi no había formade bajarlo al jardín, así que nos quedamos quietos esperando a que la casa se derrumbara y nos enterrara a todos juntos con él en una sola y polvosa tumba. Elveco seguía secando el mismo plato. Yo dije: –A lo mejor tenés razón, pero los diarios se escriben en presente. ¿Eso es todo lo que te pasó? –¡Me estoy muriendo! ¡Llamen a una ambulancia que me voy p'al hospital! -decía, urgía. Qué estupidez. Eso no significa, suponiendo que signifique algo, más que el vulgar reemplazo de una moral por otra. –Kennedy -dice Guerri con tranquilidad- nunca atacaría a un pequeño país latinoamericano. Y mientras el taxi avanzaba por la carretera de Rionegro alejándome de él, volví a verlo como lo vi a mi regreso bajo su tienda de sábanas, esperando a que el horror de la Muerte viniera a librarlo del horror de la vida. Volví a verlo turbiamente, en mi recuerdo encharcado. –¡Para qué! -me dije bajando la empinada escalera de atrás rumbo al bote de la basura. Si no me mato un día, bajando, esta escalera, me mata saliendo de esta casa un sicario. Pete hundió la cara en el vaso de leche. –A callar, súbditos de la Muerte, que acabáis de entrar en su oscuro reino. El sonido de la caja registradora, la llegada de Santiago, un canillita que pasó casi cantando los cubanos no retiran los misiles ultimátum de los Estados Unidos buques soviéticos avanzan hacia la zona de conflicto naves argentinas apoyan el bloqueo y que fue como un entremetimiento de la realidad, brutal y súbito, exigiendo de Esteban Espósito un certificado de legalidad, un salvoconducto, aquel acto o aquel gesto como un papel firmado y estampillado y puesto en regla, aquello, lo que fuese, que justificara este minuto mío en esta mesa del café frente al hotel donde tus manos se han posado casual y por primera vez familiarmente sobre mis manos, mientras afuera la inminencia de la lluvia, la sombra de Mariano, la amenaza de la guerra, el fantasma sin cara de alguien llamado Patricio, la ciudad repentinamente ensanchada hasta abarcar la circunferencia del mundo y en uno de los rincones de esa megalópolis a punto de estallar, otra ciudad, llamada Buenos Aires, con un desesperado o un loco, Filiberto Toriano argentino de cuarenta y ocho años capturado en un bar de la calle San José llevando un paquete con una bomba de fabricación casera atado debajo de la camisa. El detenido, de filiación peronista, declaró que su intención era detonarla en el Departamento de Policía y suicidarse. Santiago, sentado junto a nosotros, recortó con mucho cuidado la noticia y la guardó en un bolsillo. Quién es Patricio, alcancéapreguntar. "El padre de Mariano", habías dicho evasiva y secamente, y agregaste que ahora sí debías volver a tu casa pero antes de que te fueras todavía sucedió algo, una especie de juego o de viajé imposible, conmigo y con el jujeño, un viaje a una isla, un disparate o un sueño que de todos modosno pudo sucederporque no hubo tiempo ni de que lo imagináramos. Más tarde Santiago cruzó al hotel; alguien lo llamaba de Jujuy. Un momento después vos también te has ido y estoy solo. Camino por la vereda de Santo Domingo, veo un remolino de papeles y hojas secas, recojo en el aire la página de un diario. Ley Marcial en Venezuela. Avión norteamericano viola espacio aéreo soviético. 50 Aniversario de la fundación de Río Cuarto. Dos naves flechter argentinas, el Espora y el Rosales, navegan hacia Cuba. Los chinos preparan masivo ataque contra Assan en la India. Cine Novedades:La cabalgata del circo.Dólar 136,50 para la compra. Leo riendo un recuadro, lo recorto lo mejor que puedo y tiro el diario a una alcantarilla, pienso que esta noticia sí debería verla el jujeño. En ese trayecto, otra vez la Cueva de la Sibila y, a su lado, la librería y papelería Fausto.Libros usados y religiosos.Entré. Salí con este cuaderno. Llegué a la casa de Verónica y, desde hace años, estoy allí, detenido en el descanso de la escalera de caoba. La escalera es larga, describe una pequeña curva y va a perderse allá abajo, en la opalescente penumbra del vestíbulo. De un lado, la gran ventana que daal patio de las Catalinas; del otro, el retrato de Laureano Zamudio. El abuelo me contempla socarrón: espera pacientemente su turno. Sabe, desde una madrugada despavorida de hace ciento cincuenta años, que ése que está ahí ha venido también a contar su historia. Él lo sabe, yo en la escaleratodavía no lo sé. Yo acumulo rostros, nombres de lugares, la voz de un canillita, palabras que fueron decisivas y palabras oídas al pasar, inscripciones, una lámina de San Jorge que no veré hasta la noche, el fulgor de una moneda.(¿cara?, ¿ceca?) en la mano de la Sirenita, el puente de piedra, un remolino de papeles y hojas secas en mi camino a la casa de Verónica, sin ningún orden de importancia ni jerarquía. Con la avaricia de un coleccionista loco. Las pequeñas cosas y las grandes, no por grandes o por pequeñas, sino porque no hubo más que ésas y todo consistirá en que algún día yo las nombre y escriba con ellas una fábula, una historia a la que hoy el recuerdo impone este desorden, o que me impone a mí su caos. Porque esta salvación depende de eso: de que yo evoque cada cosa y la escriba, como voy escribiendo cada una de las palabras que son Santiago, como escribiré cada una de las que serán Verónica, Lalo o Bastían. Lalo. Es extraño llevar tantas páginas escritas sin haberlo nombrado ni una sola vez. Lo vi esa tarde al llegar a la casa de Verónica. Lalo Ocampo. Cuarenta y seis años. Alto, curtido por el sol, pelo que había dejado de ser rubio para empezar a encanecer, lo que acentuaba su aspecto aristocrático. Cazador de caza mayor. Lo he visto esa mañana, o anoche, durante algunos minutos, y vuelvo a verlo ahora, hablando del suicidio de Hemingway y de rifles de repetición con la señorita Etelvina y sus muchachas. Entre ellas, Inés. Mirada alarmante, pensé. –Sí, me pasa algo. Me pasa que te están esperando. En tu casa. Y que dentro de diez o doce horas nos veremos en el Cerro de las Rosas. Suponiendo que no me atropelle un auto. O el tílburi de la familia Rivarola. Si es que ahora mismo no estoy muerto, porque sospecho que tengo cierto tipo de percepciones que no pertenecen del todo a este mundo. Y en el Cerro de las Rosas tal vez te encuentre siempre que te reconozca entre dos o tres mil fantasmones doctísimos y elegantísimos, amigos tuyos. Y, si te encuentro, razonaremos a cuatro metros de distancia sobre el hibridaje del ser nacional, que es un buen tema. En la esquina de La Perla del Once aún quedaban ejemplares de El Diario. En la primera página estaba el artículo sobre el oficio de Vísperas dominando las columnas superiores, a la derecha. El editor nocturno había subrayado su firma, Reina Remis, ilustrándola con una foro en la que se veía más joven, casi adolescente, resignada a una sonrisa que delataba sus encías. Sólo Camargo, llamando por el celular desde la Azotea de Carranza, podía haber dado la orden de que destacaran su nombre y la convirtieran, por ese simple pase de magia, en la periodista del momento. Sin embargo, esta inesperada fama no se debe a lo que ha sucedido entre los dos, se dijo Reina. Me la debo a mí, a la destreza con que deshice la farsa del presidente penitente. No estaba arrepentida de la intimidad con Camargo, para nada. Ella también había descubierto placeres de los que no se creía capaz, pero ahora pensaba que esos sentimientossiempre se apagan la misma noche en que se encienden y que lo mejor sería tratar al director de El Diario como si lo estuviera viendo por primera vez. Jamás pedirla nada, no quería nada. A la gloria fugaz del primer artículo seguirían otras, estaba segura, porque su ambición la llevaría ahora a cualquier parte, ella misma era un viento que subiría a cualquier cielo, pero no de la mano de Camargo sino arrastrada por los ángeles de su propia inteligencia, como en el sueño de Jacob. –Será tu propia tortura -dijo con aire serio-. Quiera Dios que te torture hasta volverte loco. –Qué le anda pasando, chango -dice Santiago. Habla sin detenerse ni mirarme, sonriendo con aquel gesto socarrón y algo distante. Nos hemos cruzado en el pasillo del hotel. Trae una toalla sobre los hombros y un mate en la mano. Y entonces me sentí de verasschuto y tonto, porque todo había sido teatro, y ladébochca sonrió y se inclinó ante el público, y salió con paso ágil y elegante, y las luces se encendieron y se oyeron algunos aplausos. Y losglasos de algunos de losstarriosvecos del público se les salían de las órbitas al mirar a esta jovendébochca, y sevideaba en ellos el deseo sucio e impío, oh hermanos míos. Y se tomó el agua deliciosa de vinagre y sal, saboreándosela, y renovándole las maldiciones de paso a «ese país miserable donde una raza maldita pare y mata», palabras de él. En los cubículos de la secciónCultura, cerca de los baños, una jovencita trabajaba de pie en uno de los monitores y se roía las uñas. Camargo apreció de lejos el porte airoso, el culo redondo y menudo, las tetas insinuándose bajo el suéter apretado..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

¿Por qué no te comprometes a tener devociones diarias con nosotros todos los días de este año? Regístrate al final de la página para recibirlas en tu correo electrónico todos los días. ¡Deja que Dios haga algo especial en tu vida! 

¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

  • Te llegará por correo electrónico diariamente o una vez a la semana, según elijas.
  • Le llevará a través de la Biblia en 6 años, frase por frase o tema por tema.
  • Llega a ti en pequeños fragmentos de unos pocos versículos cada día.
  • Podrás elegir cualquier versión de la Biblia que quieras leer con un solo clic.
  • Después de leerlo puedes escribir tus pensamientos y aplicaciones si así lo deseas.
  • Luego puedes hacer clic en mi comentario que incluye una explicación sencilla del contenido, una ilustración práctica y una aplicación personal.
  • Hay una página de oración y alabanza de los misioneros que cambia semanalmente.
  • Hay un versículo para memorizar semanalmente que corresponde con lo que estás leyendo.
  • Hay un lugar donde puedes escribir tus pensamientos o hacer preguntas diariamente.

Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

Continuar