15 de enero de 2025
Comentario destacado
Essay on writing
Dejaste caer el terrón en mi tara y abriste el segundo paquete. –Oh -dijo Toro-, de veras que lo siento. -Pero se levideaba un brillo en losglasos, porque esanaitoél podría llevar la batuta. Poder, poder, todos quieren poder.- Podemos posponer para mañana lo que teníamos en mente -dijo Toro-, esacrastada en las tiendas de la calle Gagarin. Diversión de película y dinero todo junto,drugo. –¿Y la del hombre qué? -me rebate Aníbal. Traté de olvidar qué cosa desagradable había estado a punto de ocurrirme, y en qué esferas, y, por un procedimiento que me recuerdo usando desde la niñez, hice descender lentamente en algún sitio dentro de mi cabeza una compuerta pesadísima. Santiago entonces me preguntó algo y yo contesté cualquier disparate. La puntada de la noche anterior, alojada todavía en el centro de la nuca, se dilató espesamente. Un dolor familiar, un modo de tener cerebro. Me despedí de El Difunto reconfortado por sus palabras aunque a la vez inquieto por la perspectiva insidiosa de que al Ñato, y en general al ser humano (pues a juzgar por su maldad sin duda era eso), lo pudieran matar dos veces. ¿Podía eso ser? Por la preocupación se me olvidó preguntarle al Difunto por sus vacaciones en La Costa. ¿Vacaciones de qué? Me di vuelta, apoyándome en el parapeto, para mirar el agua. Cuando salimos delDuque de Nueva Yorkvideamos al Iado de la iluminada vidriera principal del bar un viejo y gorgoteantepianitso o borracho, aullando las sucias canciones de sus padres y eructando blerp blerp entre un trozo y otro, como si guardase en la tripa podrida y maloliente una hedionda y vieja orquesta.Ésa es unavesche que nunca pude aguantar. Nunca pude soportar la vista de uncheloveco roñoso, tumbado, eructando y borracho, fuera la que fuese su edad, pero muy especialmente cuando era de verasstarrio comoéste. Estaba como aplastado contra la pared, y tenía losplatis en un estado vergonzoso, arrugados y en desorden, cubiertos de cala y barro, de roña y alcohol. Bueno, lo agarramos y le encajamos unos pocostolchocosjoroschós, pero siguió cantando. La canción decía: Uno, que anoche uno de sus compinches, de sus "parceros", un guardaespaldas de un capo, se había matado jugando a la ruleta rusa. Que sacó cuatro balas del tambor del revólver, se lo llevó a la sien y que jaló el gatillo: la primera de las dos balas que dejó, sin darle chance a la segunda, le despeputó los sesos. Gran tifón en las costas de Borneo. Volviste a armar los aleros dispersos. Las puestas de sol en ese balneario chileno, que gozan de justa fama, alcanzan su máximo esplendor en la pequeña bahía que se abre justo frente a la casa amarilla. Gente de Santiago y Valparaíso acude los fines de semana a contemplar ese portento, que Brenda y yo teníamos a nuestro alcance en el balcón de la casa. No recuerdo por qué decidimos bajar a la orilla del mar el domingo 23 de febrero de 2003, cuando más infernal era la romería de visitantes. Nuestra hija Diana se había marchado a Buenos Aires, los dos nos sentíamos solos y melancólicos y, aun sin decirlo, estábamos sedientos de compañía En la playa corría un aire cálido y transparente. Los turistas, con pañuelos atados a la cabeza y cestas de picnic, se habían tendido entre las rocas inmóviles coma lagartos. El graznido de las gaviotas desentonaba con la calma sin fin. A eso de las seis y media, cuando el sol iniciaba su caída, un avión pasó frente a nosotros a una velocidad tan inverosímil que el rugido de las turbinas nos llegó cuando ya se había perdido de vista. Al cabo de un rato volvió, y era como si flotara. Volaba a trescientos o cuatrocientos metros sobre el mar y cortaba el globo del sol con perfectas líneas horizontales. Era un Cessna Citation para cuatro pasajeros, pero luego se supo que la única persona a bordo era el piloto enloquecido. Uno en las comunas sube hacia el cielo pero bajando hacia los infiernos.¿Por qué llamaron al conjunto de los barrios de una montaña comunas? Tal vez porque alguna calle o alcantarilla hicieron los fundadores por acción comunal. Sacando fuerzas de pereza. Los fundadores, ya se sabe, eran campesinos: gentecita humilde que traía del campo sus costumbres, como rezar el rosario, beber aguardiente, robarle al vecino y matarse por chichiguas con el prójimo en peleas a machete. ¿Qué podía nacer de semejante esplendor humano? Más. Y más y más y más. Y matándose por chichiguas siguieron: después del machete a cuchillo y después del cuchillo a bala, y en bala están hoy cuando escribo. Las armas de fuego han proliferado y yo digo que eso es progreso, porque es mejor morir de un tiro en el corazón que de un machetazo en la cabeza. –Ah, no. Te tenemos, amigo, y no pensamos dejarte. Ven con nosotros, ya verás que todo se arregla. -Y se acercó para aferrarme otra vez el brazo. Hermanos, pensé luchar, pero la idea de pelear provocó el malestar y en seguida la náusea, de modo que me quedé quieto. y entonces vi otra vez losglasos como enloquecidos de F. Alexander, y dije: –Canta, chango -dijo Santiago-. Toda la máquina canta. –Más o menos como vos el tuyo con nosotros. Espósito se sobresaltó de verdad. ¿Basta? ¿Decirle «basta» a un huracán? El huracán para cuando se acaba. Si no fuera porque en verdad re conviene que la pareja se esfume, la dejarlas plantada. Ya ves qué poco celo ha puesto Momir en obedecer tus órdenes: va de un lado a otro con pesadez, con los sentidos muertos. Los seres como él deberían ser borrados de la Tierra: utilizados para la servidumbre y luego aniquilados. Te vienen a la memoria los últimos versos de un poema de Luis Cernuda que tal vez hayan nacido de una indignación gemela de la tuya: Alguna vez deseó uno / que la humanidad tuviese una sola cabeza, para así cortársela. / Tal vez exageraba: si sólo fuera una cucaracha, y aplastarla. Se puso pálida, pálida, pálida, como la Muerte de Horacio, la «pallida mors»..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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