15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–Una señorita preguntó por usted -oí, en el hotel. –Primero tenés que convencerme de que nadie es mejor que vos para la misión -dijo Camargo-. Después, habría que ver cómo haces para entrar. Han cerrado los accesos con tropas del ejército. Bien, a la mañana siguiente tuve que decirle adiós a la viejastaja, y me sentí unmalenco triste, como siempre le ocurre a uno cuando tiene que irse de un lugar al que ya se acostumbró. Pero no fui muy lejos, oh hermanos míos. A puñetazos y puntapiés me llevaron al nuevo edificio blanco que se levantaba después del patio donde hacíamos ejercicio. Era una construcción muy nueva y tenía un olor nuevo, pegajoso y frío que lo estremecía a uno. Me quedé de pie en el horrible ybolche vestíbulo desnudo y mi sensiblecluvo olfateó otrosvonos nuevos. Eran comovonos de hospital, y elcheloveco a quien me entregaron loschasos tenía puesta una chaqueta blanca, como un empleado de hospital. Firmó el recibo por mí, y uno de loschasos brutales que me había llevado dijo: -Cuidado con éste, señor. Un bruto bastardo ha sido y será, pese a todos los halagos y lisonjas al capellán de la prisión y la lectura de la Biblia. -Pero este nuevocheloveco teníaglasos azulesjoroschó que reían cuandogoboraba. –No. Hoy es un día difícil. No le llamé para discutir. –Ahora estamos lo mismo que antes, ¿sí? olvidemos lo pasado, ¿cierto? Le había bajado tanto la presión que la sangre se le volvió hielo. Si no bebía un brandy se le aflojarían las piernas. Hay un par de bares en la ciudad, le informaron los caseros, pero nunca hemos visto allí a mujeres solas. Va a ser mejor que mi marido la acompañe y la espere en la calle, decidió la esposa. Con esta cerrazón de la noche, usted y el chofer pueden volver a perderse. No hay más de veinte minutos hasta esos boliches, ida y vuelta. La parturienta profesional, la bestia proliferante, la Mona Lisa plácida con la inteligencia de un pájaro y la placenta de un mamífero, iba pariendo alegremente hijos como San Pedro llueve y truena cuando se desfonda el cielo. He de vivir, lo juro, hasta escribirme una monografía sobre este espécimen de la fauna humana para el Zoological Journal. O si se me dan las luces y se me enciende el foco, un Tratado de la Maldad Pura dedicado, in memoriam, a Tomás de Aquino y Duns Scotto, teólogos. –Es que está aprendiendo portugués después de que aprendió griego. Esta noche vas a acostarte por primera vez en el catre de monje de la calle Reconquista, aunque quién sabe si podrás siquiera cerrar los ojos. Dejarás tu sillón de observador, te acercarás muchas veces al telescopio Bushnell, y repasarás cada movimiento de mañana. Te gustaría entrar en el departamento de la mujer de enfrente apenas salga rumbo a su trabajo, pero la empleada de la limpieza se queda allí hasta la una de la tarde y tendrás que armarte de paciencia. Hay un ligero cambio en la rutina de los jugos que la mujer bebe antes de acostarse: aunque sigue prefiriendo los de naranja, a veces se desvía hacia los de manzana. Siempre hay dos o tres cartones en su heladera. Para evitar el menor riesgo, vas a verter dos gramos de fenobarbital en cada envase. Esta vez tendrás que usar guantes, porque el castigo que vas a inferir es muy osado y no deben quedar huellas. También has extremado las precauciones reservando pasajes para Momir y su pareja en el avión que sale rumboa Santiago de Chile el sábado a mediodía. Desde allí, en tres escalas, llegarán a Belgrado. Los querés mudos y lejos. Has dejado los trámites en manos de Sicardi, con la certeza de que al mediodía, cuando lo llames, se habrá ocupado hasta del último detalle. Lo único que se te ha escapado, maldición, es saber dónde andan los sin techo durante el día, en qué cloacas se refugian, a quiénes ven. Tal vez se desplacen hacia los andenes de Retiro o hacia la Costanera Sur, donde has visto mendigar a gente que habla lenguas parecidas, o acaso esperen la noche en algún tren de carga anclado en Constitución. Perderlas demasiado tiempo ahora si los rastrearas. Dudas que Momir hable de vos con los de su calaña, porque no le has dicho tu nombre y ni siquiera le has revelado tu plan. Sólo te has asegurado de que no falle en lo esencial. –Qué estás diciendo, papá? Soy Diana, Diana. ¿Cuál de nosotras dos creés que ha muerto? –No sé de qué estás hablando. –Es Joe -dijo mi ma-. Ahora vive aquí. Es nuestro pensionista. Oh, Dios Dios Dios. Antaño, en época de lluvias bajaban por los barriales resbalando, patinando; eran montañas sin calles, tierreros, pero por donde se podía transitar libremente. Estos barrios cuando los fundaron eran, como se dice, "barrios de puertas abiertas". Ya nunca más. Las guerras de las bandas están casadas: de barrio con barrio, de cuadra con cuadra. Una muerte trae otra muerte y el odio más odio. Esto es así, la ley del gato que gira y gira queriendo agarrarse la cola. Y las rachas de violencia que no apagan los entierros… Por el contrario, las encienden. Se diría que en las comunas los destinos de los vivos están en manos de los muertos. El odio es como la pobreza: son arenas movedizas de las que no sale nadie: mientras más chapalea uno más se hunde. –No, no creo que pueda -te contestó-. Tengo un problema con una ex jefa de sección en el diario. Me traicionó, vendió información, la eché, pero todavía sigue molestándonos. Si necesitas algo, Camargo, habla con Evoaldo, con Moacyr. Yo estoy desbordado, abrumado. Nada hiere tanto como la deslealtad. En resumen, que el abuelo Laureano Zamudio había sido comandante de frontera en Jujuy, vale decir, estanciero y caudillo, y había peleado con Güemes y a veces un poco contra Güemes, pero sobre todo había hecho toda la campaña del ejército del Alto Perú, el de Belgrano, hasta que un día pensó que Buenos Aires era más peligrosa para la Confederación que los españoles y armó un ejército propio y se vino desde Jujuy hasta Santa Fe para unirse con Estanislao López y con Ramírez, con la intención de llegar hasta Buenos Aires. El problema es que López ya había aceptado treinticinco mil vacas de los estancieros porteños y que la cabeza de Ramírez era exhibida en la plaza de Santa Fe, en una jaula. Cuando el abuelo quiso acordarse, estaba solo, meditando arriba de un mangrullo. Yo creo que en ese momento ocurrió uno de los hechos más hermosos de la historia argentina, pero ahora tengo que irme, dijo Lalo. Esta noche se los cuento, en la quinta del Cerro. –¿Usted es Ge Eme? -dijo-. ¿El doctor Camargo? No me lo imaginaba así..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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