15 de enero de 2025
Comentario destacado
Essay college
–Está bien, está bien -dijo el director, cansado y desinflado-. Te reformarán, 6655321, mañana irás a ver a este Brodsky. Creen que podrás dejar la custodia en poco más de una quincena. Luego saldrás otra vez a recorrer el mundo ancho y libre, y ya no serás un número. Supongo -dijo como rezongando- que la idea te agrada… -No le contesté, y el jefe de loschasoscrichó: Lo dijo sonriendo pero parecía inquieta. Entonces, con sequedad, Santiago contestó que no. No se trataba de que lo recordara. Pasa que siempre lo repito, dijo. No hace falta recordar algo para repetirlo; hay que haberlo creído. Después ni siquiera hace falta creerlo. Vamos a ver. Qué era al fin de cuentas lo que había dicho anoche. ¿Que el sentido de la belleza es su forma? ¿O algo parecido? ¿O algo peor? La chica lo miraba un poco alarmada. Reina llegó a la estación de ómnibus poco después de mediodía. Un olor a fritangas y carne asada impregnaba las calles. En los zaguanes y desfiladeros que separaban las bisuterías regenteadas por viejos judíos de las tiendas coreanas donde se vendía ropa de marcas falsas, yacían tropillas de mendigos. Una chiquita de tres o cuatro años, desfigurada por costras y cicatrices, se desprendió de la vigilancia de la madre y se aferró a los tobillos de Reina, pidiéndole una moneda. De entre las mesas y frazadas tendidas en la vereda por peruanos que ofrecían tanto hierbas naturales como teléfonos celulares de contrabando, surgió también un coro de chicos implorantes. Espantada por el olor a mierda y orines y por el horror a la sarna y los piojos, Reina tomó un puñado de monedas, lo dejó caer sobre los mendigos, salió corriendo. Siempre había sido aprensiva. Se lavaba las manos a cada rato. Las llagas ajenas le daban espanto, y no entendía historias como las de Evita Perón, que había besado a los sifilíticos y a los leprosos para demostrar que compartía los sufrimientos del pueblo. Ella no podía soportar siquiera la vista de una víctima de muermo, como las que se veíana veces en las caballerizas. –Y vos, ¿quién sos? -dijo Bastían. –Tenía esa idea -continuó el min-. Era una amenaza. Lo encerramos para su propia protección. Y también -dijo- para la tuya. –Yo también, doctor, y ése es el origen de uno de nuestros peores malentendidos. Me refiero a los argentinos, no a usted y a mí, se entiende. Pensándolo bien, qué tiene que ver el país. ¿Qué es el país? Nada, un abstracto. Este país y cualquier país es su gente. Usted, ese gordo, la señorita Cavarozzi. Hasta yo mismo soy el país. ¿Adonde quiero llegar? Permítame. -Yo estaba dispuesto a hablar del peronismo con aquel hombre antes de que acabara el entreacto o aunque debieran suspender el drama de Strindberg. Pero tal vez ha llegado el momento de ser justo. Si hubiera sabido,esa primera noche, dos o tres de las cosas que hoy sé, a este libro le faltarían unas cuantas páginas. Una de las cosas que sé es que Cantilo no es como yo lo estoy viendo; y me adelanto a escribirlo por miedo de olvidar sus soldaditos. Cantilo tallaba soldaditos de madera. Húsares, patricios,paisanos montoneros del alto de un pulgar, legionarios. A esto le llamaba con un poco de vergüenza suhobby,y era en realidad una conmovedora forma de la locura que era también un arte. Tenía un tallercito casi secreto en el Cerro de las Rosas y ahí, sábados y domingos, se entregaba como un demiurgo un poco mamarracho a aserrar y pulir e iluminar guerreros de una perdida epopeya nacional microcósmica. Este agrónomo de grandes calzoncillos que por alguna razón muy superior a mi entendimiento también era odontólogo, y por alguna otra razón, que descubrí o creí descubrir al día siguiente, aceptaba que su mujer se acostara con tipos como yo, merece un poco de respeto. Eso es lo que quiero decir, y a su modo ya me lo había adelantado Santiago. -No sea tan ansioso, doctor, si no me deja redondear el concepto va a dar la impresión de que habla usted solo. Y el conocimiento es más amigo del silencio que de la palabra, como dicen los árabes. Tiempo al tiempo. No se siente la utilidad de las nalgas hasta que nos nace un forúnculo. La boca del sabio está en su corazón. Hoy mismo, por ejemplo, en el tren que me traía a Córdoba, vea lo que me pasa. Me encuentro en el coche salón con un señor, uno de esos caballeros, fíjese, asépticos. Pulcros. Que más bien parecen una farmacia. -El jujeño se ahogó con el vino. Vos y Verónica, lejos, allá en la oscuridad de la barra. Y oyendo toser a Santiago pensé: Un amigo, uno de esos remotos amigos de adolescencia con los que bastaba una mirada, un gesto subrepticio de complicidad, sin que hubiera que explicar nada. Ahí está lo que falta en esta mesa. -¿Me sigue? Bueno, que el hombre hablaba, como nosotros, del país. De este país. Y, por supuesto, a los diez minutos se la agarró ¿con… qué? Exacto, doctor. Con el peronismo. Sólo en un país como éste, ¿no es cierto?, podría darse un fenómeno de circo como el peronismo. Él no era el país. Mongo Aurelio era el país. –Cantilo. O pensás que no escucho lo que me dicen. Ah, y se me olvidaba, mientras Aníbal y Nora limpian día y noche mierda de quinientos perros y doscientos gatos y cargan solos una inmensa carga de dolor que nadie les ayuda a llevar, Juana Pabla Segunda la travesti duerme bien, come bien, coge bien, y así, con la conciencia tranquila, bien dormido, bien comido, bien cogido, entre una nube de angelitos con dos alas se nos va a ir esta bestia impune al cielo del Todopoderoso. Alí Agcka, hijueputa, ¿por qué no le apuntaste bien? De tu absoluta entrega, en vida y alma y cuerpo, etcétera. –¿Puedes repetir el nombre? -dije, con larota aún abierta como unbesuño. La mujer de Pete (mujer, hermanos) volvió a soltar otra risita. Los escribanos se resistieron a leer el testamento hasta que se despejara el salón Embajador, pero los móviles de la televisión estaban decididos a que los actos póstumos del ex presidente fueran tan poco solemnes como habían sido los de su vida. El suegro fumador quería marcharse de una vez, por lo que el jefe de los escribanos, acatando esa urgencia, abrió el sobre lacrado que contenía el documento. La sombra vertiginosa del suicida se posó por un instante sobre nosotros y, en vez de infundirnos pavor, nos preparó para una revelación alevosa. La tuvimos. Con una voz de impropia monotonía, el escribano anunció que la fortuna del ex presidente ascendía a trescientos ochenta y nueve millones seiscientos veintiséis mil dólares en propiedades, depósitos en bancos europeos y caribeños, acciones de la bolsa, bonos al portador y empresas confiadas a testaferros, en vez de los modestos dos millones ochocientos mil dólares que había declarado como único capital al dejar el gobierno. «Yo sabia, yo sabía», se oyó decir a la primera esposa. «Muria como vivió, engañándonos a todos.» –Paciencia -aclaró el otro-. Ya no le falta tanto. Así que tuve paciencia y, oh hermanos míos, mejoré mucho, masticando huevos ylonticos de tostada ypiteando tazonesbolches dechai con leche, hasta que un día me dijeron que vendría a verme una visita muy muy muy especial. y largo es este momento de prueba..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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