15 de enero de 2025
Comentario destacado
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Proust era víctima de sus ideas fijas, y las iba dejando como un tatuaje a lo largo de su libro. Las ideas fijas son, en verdad, el libro, piensa Camargo. El mundo sería nada sin las ideas que siguen en pie, obstinadas, sobreviviendo a todas las adversidades. Era un remedio para los gusanos de las vacas. Y santo remedio para las angustias existenciales del cristiano.¡De dónde saca uno tiempo para morirse con tanta cosita por hacer' –Sí. Y es sorprendente que esté acá, con vos. Las mujeres tendrían que morirse alrededor de los catorce años. De todos modos, si además de puerco no fuera tímido, te pediría que te escaparas conmigo. Me voy mañana. ¿Te escaparías? Así que Georgie y Pete dejaron las grasientaspischas sobre la mesa, entre los papeles rotos, y se echaron sobre el veco escritor, cuyosochicos de armazón de carey estaban rajados pero seguían sosteniéndose, mientras el viejo Lerdo bailoteaba y hacía temblar los adornos de la chimenea (de un golpe los barrí todos, y ya no pudieron seguir temblando, hermanitos), y trabajando con el autor deLa naranja mecánica,de modo que ahora tenía ellitso todo púrpura, y soltaba sangre como una clase muy especial de fruta jugosa. –La noche de que te hablo, la noche anterior a la batalla. Vos tenías razón -dijo después, mirando hacia arriba-. Es medio lelo. De los muertos de Alexis, cinco fueron gratis, por culebras propias; y cinco pagados, por culebras ajenas.¿Qué son "culebras"? Son cuentas pendientes. Como usted comprenderá, en ausencia de la ley que se pasa todo el tiempo renovándose, Colombia es un serpentario. Aquí se arrastran venganzas casadas desde generaciones: pasan de padres a hijos, de hijos a nietos: van cayendo los hermanos. Bueno, ¿que cómo supe lo de Alexis si yo no pregunto? Sin preguntar, me lo contó La Plaga. Él es un niño divino, maldadoso, malo, que se quedó también sin trabajo. Tiene quince añitos con pelusita que te desarman el corazón. Creo que se llama Heider Antonio, un nombre bello. Y cuando no está matando está jugando billar: en el Salón de Billares X… (No digo el nombre porque de pronto le da al dueño por iniciarme una "acción de tutela" como marca la nueva Constitución, y después me cargan todo el peso de la ley.) La realidad se iba ordenando. El muchacho hablaba con Santiago y quería ser amable. Sin embargo, por su esfuerzo en aparentar indiferencia supe que lo que hubiera leído lo había entusiasmado, el jujeño, en cambio, le resultaba una molestia. De no estar la chica, este encuentro habría sido una calamidad. Miraba al jujeño sin poder disimular nada de lo que sentía. Ojos de nieta perversa. De noche, ella sacaba de un cofrecito la ajada fotografía de su apuesto abuelo y pensaba cosas chanchas. –Es mejor que te bajés acá, Remis. Ves? Hay taxis por todos lados. –¡Me estoy muriendo! ¡Llamen a una ambulancia que me voy p'al hospital! -decía, urgía. –Ya no llueve -dijiste, mirando hacia la calle. –Tac, tac, tac, tac, tac, tac, tac -iban diciendo con apremio las plumillas del parabrisas rebasadas por el agua. –Scorpio. And you? –Treinta. Sé más de lo que usted cree. Je, je, ríe Kurt en la costa bávara. Je, je, sarcástico, haciendo cuchufletas y aun chilindrinas, zumbón, cállate quieres, a costa de la persona del Capitán, ¡ja, ja! Y me tenté. No porque el Capitán se haya figurado un igual de Dios sino porque ahora era cuestión de vida o muerte: yo tenía que hablar de cualquier cosa con aquel inodoro. –No tenemos tanto tiempo -dijo Camargo-. Cuando el Papa hable, si habla, ya el presidente se habrá embolsado dos o tres millones de votos candorosos. Va a ganar la elección que viene. Vamos a seguir nadando en la corrupción. Sabe, ya desde el sábado, que la mujer irá a cabalgar. La ha visto lustrar las botas y dejar colgados en una percha los breeches, la blusa blanca y el saco de cuello alto con botones dorados que usó la semana anterior. No ha dormido en toda la noche. El amanecer es diáfano, no hay una sola nube en el cielo y, para su extrañeza, oye un inusitado canto de zorzales cuando camina hacia el automóvil. Zorzales en ese extremo desierto y sin árboles de Buenos Aires: ¿quién puede predecir el humor de los pájaros? El taxi ha llegado a buscarla otra vez a las siete, y él lo ha seguido durante más de una hora por la avenida larga que atraviesa las ciudades del sur, desatendiendo todos los semáforos en rojo y sin apartar la mirada de la nuca de la mujer, como si la encuadrara otra vez en el lente del telescopio. ¡Qué la iba a tumbar ni qué demonios! Berrinches a lo Argemiro. El Padre Eterno es un Argemiro Rendón berrinchudo, y a uno así se le trata así: se le habla fuerte y si no atiende se le propina una patada en el culo. La susodicha no fue necesaria esta vez. No más increpé al Súrsum Corda, alDivino Plasmador, al Altísimo, y el Monstruo se serenó, se le bajó a Don Comemierda Rendón la iracundia. Y escampó como quien dice, telúricamente hablando. Unos cuantos libros se habían caído de los libreros y eso fue todo. –¿Cómo se te ocurre, Brenda? Es un viaje de veinte horas. Chicago, Traverse City. Ahora no puedo dejar el diario. Según El Heraldo, el presidente había cancelado una cena con empresarios alemanes y, a las diez de la noche, se había retirado a su dormitorio a ver televisión. Puso un documental sobre Carlos Salinas de Gortari grabado en marzo de 1995 y se deprimió. «Dese cuenta de lo que pudieron hacer la inquina y la envidia con un gran hombre», le dijo al mayordomo que le llevó la cena. Se veía a Salinas barbudo y ojeroso tendido sobre una humilde cama de Monterrey, con una bandera mexicana al fondo. A los pocos meses de abandonar el gobierno, su hermano había sido acusado de crímenes y desfalcos sin nombre. Para restaurar el honor de la familia y de su propia presidencia, a Salinas de Gortari no le quedaba otro recurso que la huelga de hambre. Había llamado a la puerta de una mujer leal, Rosa Coronado, y le había pedido asilo. Al rato, el sitio estaba lleno de periodistas. «Voy a matarme de hambre», les dijo a los enviados de Televisa. «Lo que se ha hecho conmigo es una indignidad. Voy a suicidarme.» La huelga de hambre duró menos de veinticuatro horas porque en seguida llegaron a Monterrey emisarios del presidente sucesor para eximir a Salinas de toda culpa en los males que México había padecido bajo su mandato. Al verlo marcharse de Monterrey cabizbajo, aún más ínfimo e íngrimo que de costumbre, con la misma campera de cuero negro que vestía al llegar, el presidente argentino lloró en Olivos. «Sintió que a todos los hombres de bien les cae tarde o temprano sobre los hombros la cruz de la injusticia», decía el ripioso cronista de El Heraldo. ((Sintió que en este mundo de desgracias hay siempre un alma gemela. Se asomó al balcón y creyó distinguir una luz blanca, entre los árboles del parque. Serían las once de la noche. Vio flotar entre las ramas de un limonero la imagen cegadora de Jesucristo. Ah, Dios mío, Dios mío, atinó a decir el presidente. Nuestro Señor levitaba cubierto sólo por un taparrabos, como en las pinturas de la crucifixión, e inclinaba la cabeza en señal de sufrimiento. Cuando, de pronto, abrió los brazos y se elevó en el aire transparente de la medianoche, el presidente reconoció, con toda claridad, los estigmas del calvario: la herida de la lanza en el costado, las desgarraduras sangrantes de la corona de espinas, las manos y los pies atravesados por clavos. Una fuerza celestial lo hizo caer de rodillas mientras la luz se perdía entre las nubes. Rezó un padrenuestro y un avemaría. Luego, aún estremecido por la visión, Llamó al capellán de Olivos y le pidió que lo acompañara al árbol del milagro. Allí encontraron, al pie del limonero, un crucifijo de oro manchado con un finísimo hilo de sangre. Aunque es julio, el árbol estaba lleno de azahares que fueron evaporándose como luciérnagas.».

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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