15 de enero de 2025
Comentario destacado
Do my history homework
De mala sangre, de mala raza, de malaíndole, de mala ley, no hay mezcla más mala que la del español con el indio y el negro: producen saltapatrases o sea changos, simios, monos, micos con cola para que con ella se vuelvan a subir al árbol. Pero no, aquí siguen caminando en sus dos patas por las calles, atestando el centro. Españoles cerriles, indios ladinos, negros agoreros: júntelos en el crisol de la cópula a ver qué explosión no le producen con todo y la bendición del papa. Sale una gentuza tramposa, ventajosa, perezosa, envidiosa, mentirosa, asquerosa, traicionera y ladrona, asesina y pirómana. Ésa es la obra deEspaña la promiscua, eso lo que nos dejó cuando se largó con el oro. Y un alma clerical y tinterilla, oficinesca, fanática del incienso y el papel sellado. Alzados, independizados, traidores al rey, después a todos estos malnacidos les dio por querer ser presidente. Les arde el culo por sentarse en el solio de Bolívar a mandar, a robar. Por eso cuando tumban los sicarios a uno de esos candidatos al susodicho de un avión o una tarima, a mí me tintinea de dicha el corazón. Tuvo la suerte de que la dama estuviera en Buenos Aires y de que también a ella le pareciera escandaloso el manoseo político de Jesucristo. Conozco al abad, dijo. Es un hombre santo y, por eso mismo, es un inocente. No entiendo cómo pudo haber caído en semejante trampa. Sí, claro, voy a dar toda la ayuda que esté en mis manos, pero de ningún modo puedo trasladarme a Los Toldos. Imagínese, doctor Camargo. Son cinco horas de viaje en medio de esta sequía. No sé si usted conoce el casco de mi estancia en la Azotea de Carranza, a seis kilómetros del convento. Ahora tengo sólo dos sirvientes en esa casa y nunca se abren las ventanas de los cuartos hasta mediados de noviembre. Si a sus enviados no les importan las incomodidades pueden hospedarse ahí, no tengo el menor problema. Tal vez ni siquiera haya agua caliente para bañarse. Ah, pero si es una mujer la que viaja me facilita las cosas. Puedo llamar al abad por teléfono y decirle que se trata de una prima devota de la virgen negra que acaba de llegar de Europa. Y que la ubique en los reclinatorios de la familia, por supuesto. Para que estemos más seguros, voy a escribir una carta, ¿le parece? En una hora, sí, todo va a estar arreglado en menos de una hora. ¿Darío? -llamé angustiado, pero no me contestó. Esto no puede ser sino hechura de Enzo Maestro, pensó Camargo. Era el mismo lenguaje santurrón de las crónicas que escribía para El Diario. En vez de replicar a la denuncia sobre el depósito bancario en San Pablo, prefería atacar por la retaguardia. ¿Quién iba a poner ahora en ridículo una visión celestial avalada por el capellán de Olivos? Si Cristo en persona se le había aparecido al presidente era porque se aproximaba el fin del mundo o porque reconocía su inocencia. La estrategia de Maestro inmovilizó a Camargo. Pero también se oían lasgolosas de losmilitsos que ordenaban silencio, y hasta seslusaba elsvuco de alguien al quetolchocaban verdaderamentejoroschó y que hacía ouuuuu, y era como lagolosa de unaptitsastarria borracha, no de un hombre. En lacantora estaban conmigo cuatromilitsos, y todospiteabanchai en gran estilo: había una gran jarra sobre la mesa, y sorbían y eructaban y las jetas eran sucias ybolches. Por cierto que no me ofrecieron ni una gota. Loúnico que me dieron, hermanos míos, fue un espejostarrio y cal o so para que me mirase, y de veras yo ya no era vuestro bello y joven Narrador, sino un auténticostraco , con larota hinchada, losglasos enrojecidos, y la nariz un poco machucada. Todossmecaron realmentejoroschó cuandovidearon mi cara de desaliento, y uno dijo: -Como una joven pesadilla del amor. -Y entonces apareció un jefe de losmilitsos con cosas como estrellas en losplechos , para demostrar que picaba alto alto alto, y alvidearme dijo: -Hum. -Y así empezaron. –Mi león. -Ahora te reías. -Soy ambigua y terriblemente misteriosa y no me canso de decir mentiras. Desde chica me recuerdo inventando las mentiras más fantásticas. –Vení. –Hable -dijo mi voz. Cancelaste el viaje a Brasil. Siempre que tropezás con un mal signo preferís mover el orden de tus citas y empezar de nuevo. Además, ahora no tenés ganas de ir a ninguna parte porque el mismo domingo del crimen la mujer de la ventana de enfrente, en la calle Reconquista, ha regresado luego de una semana de ausencia. Sus nuevas rutinas te inquietan. En un rincón del dormitorio, casi fuera del alcance de tu telescopio, hace ejercicios de yoga y toma un vaso de jugo de naranja cuando vuelve por las noches. Después, con sólo un camisón corto sobre el cuerpo desnudo, se sienta ante la computadora y escribe un email tras otro, a veces hasta las dos o tres de la madrugada. Imprime con dedicación tanto las cartas que envía como las que recibe y las guarda en el maletín que lleva siempre consigo. Si las oculta con tanto esmero es porque se trata de algo que debe manejar con sigilo y delicadeza: inversiones de negocios o mensajes deamor. Cuanto más lo piensas, más seguro estás de que viaja para encontrarse con algún amante. No puede ser de otro modo. Sólo un amor recién descubierto puede transmitirle esa felicidad tan escurridiza, tan avergonzada que ahora la envuelve como un halo. Apenas te convencés de que ésa es larazón, querés saberlo con certeza. Has decidido entrar en su departamento cuando ella no esté. Si revisás bien todos los escondrijos posibles -entre las ropas, el doble fondo de los cajones, los libros y los envases sospechosos de la cocina-, vas a encontrar sin dudas las señales que estás buscando: los mensajes desechados al Otro (¿o será Otra?), una foto, una voz en la grabadora del teléfono. Santiago cruzó. La noche queél ha elegido para la filmación también está la pareja estorbándole el paso. El hombre tiene menos de cuarenta años y desentona con el desamparo en que vive. Sus brazos son fuertes, la mirada es rebelde y cobradora, y los ojos, siempre hinchados, observan el mundo con un desencanto tan hondo que tal vez sea anterior al mundo. Tanto a él como a su compañera se les han caído los dientes. A ella sólo le quedan tres incisivos de abajo; a él, un canino absurdo, que le desfigura los labios. La vagabunda lleva ya semanas enferma y el hombre pasa despierto la mayor parte de la noche, cuidándola y acariciándola. Ella es mucho mayor que él pero no tanto como para ser su madre. Tampoco se le parece en nada. Su cuerpo está cubierto de escaras: hay una sobre el omóplato, en especial, que se le abre como una segunda boca. Una noche, el sin techo ha salido corriendo en busca de una ambulancia y, como no le han permitido ir con la mujer al hospital, se queda esperando el amanecer de pie, como si al amanecer los hechos pudieran rehacer la realidad tal como era un día antes. Quién sabe dónde esos dos pobres seres han encontrado fuerzas para volver semanas más tarde y yacer otra vez en su cama de ruinas, la noche en que él lleva un gramo de fenobarbital dividido en cuatro sobrecitos y entra en el departamento de la mujer sin que nadie lo vea, como siempre. Y moviendo ollas, vasos, tazas, platos, rompiendo con su ruido su silencio angustiado empecé a buscar el café y a maldecir de la Loca y su insania: no había. En esa casa de un país que había apostado su destino a esa maleza y que la producía por millones de toneladas no había ni un miserable paquete de café. Claro, como la Loca no tomaba café… ¿Por qué habríamos de tomar entonces nosotros? Y como la Loca de paso tampoco comía porque le había dado por ponerse a dieta… ¡Que aguantáramos hambre también! –Oíme -repitió Bastián..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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