15 de enero de 2025
Comentario destacado
Dissatation
–¿El mismo qué? –¡Qué va! El que se va a morir es este siglo que está muy viejo. Yo no. Pienso enterrar al milenio y vivir hasta los ciento quince años. O más. Meses más tarde: el sobrerrelieve, la giganta culo al aire, el titán atrofiado por las paperas. Y cualquier día de estos se cumplirá el año atroz y me morderé pa'no llamarte. Cuándo se cumplirá el año, dicho sea entre paréntesis. De cualquier modo, no pienso aparecer, a ver si no va. O si va. Eneas y Dido. Kierkegaard y Regina Olsen. Odi et amo. Tania y Discépolo. Esteban y. Viaje a Córdoba en los veloces y confortables trenes Flecha de Plata y toque allá la mandolina durante treinta y seis horas. Me quedan veinte. Así que fui a la cabinamalenca donde uno podíaslusar los discos que quería comprar, y elveco me puso un disco, pero no era la Cuarenta sino la Praga -elveco había sacado lo primero de Mozart que encontró en el estante, pensé- y eso empezó arasrecearme de veras, y tenía que cuidarme por miedo al dolor y a las náuseas, pero lo que yo había olvidado era algo que no debía de haber olvidado, y ahora me dieron ganas de acabar de una vez. Era que esosbrachnos doctores habían dispuesto las cosas de modo que cualquier música que me emocionara tenía que enfermarme, lo mismo que sivideara o quisiera recurrir a la violencia, y esto porque todas esas películas de violencia tenían música. Y recordé especialmente la horrible película nazi con la Quinta de Beethoven, último movimiento. Y ahora descubría que el hermoso Mozart se había convertido también en algo horrible; salí corriendo de la tienda mientras losnadsatssmecaban y elveco del mostradorcrichaba: -iEh eh eh!- Pero no le hice caso y me fui, y tambaleándome como un ciego, crucé la calle y di vuelta la esquina, hacia el bar lácteoKorova.Yo sabía qué me hacía falta. –Sicardi o yo da lo mismo. A veces me reconoce, a veces no. Confío en que tendrás ideas absolutamente claras al respecto. –Quién es ese chico -mi voz fue como un disparo. Me miraste con gesto de no comprender. Verónica ya no sonreía; aquello la desconcertó, y hasta es probable que la haya atemorizado. -Quién es -repetí. –Adiós, querida -dijo la chica que descendía de Bustos. Se puso pálida, pálida, pálida, como la Muerte de Horacio, la «pallida mors». Arriba me dejó, en Santo Domingo Savio o Villa del Socorro o El Popular o El Granizal o La Esperanza, en uno de esos mataderos, solo con mi suerte. Hasta allá subí a buscar a la mamá de Alexis y de paso a su asesino. Vi al subir los "graneros", esas tienduchas donde venden yucas y plátanos, enrejados ¿para que no les fueran a robar la miseria? Vi las canchas de fútbol voladas sobre los rodaderos. Vi el laberinto de las calles y las empinadas escaleras. Y abajo la otra ciudad, en el valle, rumorosa… –Despierta, hijo. Despierta, hermosura. Arriba que te espera un lindo problema. –Pero si a mí no me parece mal ese vicio. Miguel Ángel, con lo fortachón que era, mal que mal también se hacía soplar la tuba, y eso no le quita mérito. O acaso yo digo que ese chico no maneja bien la rueca o el bastidor. Lo que me llama la atención es su nombre de Centauro. Fíjese que en mi pueblo había un enano que se llamaba Simón Bolívar, cómo puede ser. Y el doctor Pitto tenía una hija a la que le puso Elsa. Iba al colegio conmigo. Los chicos le llevábamos moscas, para ver si el sapito se las comía. ¿Se da cuenta de lo que puede la pila bautismal? Yo no me acostumbro a la realidad, señorita Etelvina. A que no adivina cómo se llama el mayor fabricante de artículos sanitarios del país, me refiero a inodoros y esas cosas, se llama Ortelli. Con ciertos apellidos no se puede fabricar masitas, hay que vender aparatos de poner enemas o inventar un supositorio gigante. Y el señor Custodio A. Fuertes, ¿a qué se dedica? Acertó. Tiene una cadena de negocios de cajas de seguridad. Al principio sorprende, como cuando uno descubre que elcottolengoestá en la calle Carabobo. Parece demasiado adrede. Hasta que por fin uno sospecha si no habrá un orden secreto en todo esto. Yo he cavilado mucho sobre el poder misterioso de los nombres. El profesor Matera es cirujano del cerebro, el Costa de la funeraria se llama Lázaro, hay otro funebrero célebre, de apellido Marchito. O por qué cree que Malatesta era anarquista. Para no hablar de los otros Malatesta, el marido y el cuñado de Francesca. Imagínese que usted hubiera sido religiosa, quiero decir monja, superiora de un convento. Sor Etelvina, o incluso sor Ethel. Claro que no siempre hay un orden. El caso de Simón Bolívar, el de mi pueblo. Lo formidable es cuando los propios padres colaboran con la locura. Todo el mundo sabe, por la Guía Telefó nica, que existen las familias Barriga o Culo, por nombrar las más clásicas. También hay Pie, Gamba, Gambastorda, y ni hablo de la prosapia de los Concha, más que nada chilenos. Si se sigue moviendo de ese modo y se pone colorada no hablo más. Me remito sólo a los Culo. Muy bien. Yo me pregunto, qué lleva a un integrante de la estirpe de los Fuertes a ponerle Dolores a su pequeña hija; o por qué el señor y la señora Grande bautizan a sus mellizas: Martirio y Suplicio. Y hecho esto, qué demonio de la perversidad hace que la primera de las niñas crezca y se enamore y se case con un integrante del clan Culo. Qué pasa en el alma de esa chica cuando firma por primera vez Dolores Fuertes de. Y por qué razón los hermanos Culo o dos primos carnales de esa misma familia, tienen que llevar fatalmente al altar a las mellizas. Martirio Grande de Culo. O Suplicio. Dígame un poco, señorita Etelvina, si por algún motivo una de ellas tiene que ir a la farmacia a comprar vaselina, pongamos que porque su marido es carpintero y quiere engrasar el serrucho, ¿usted cómo cree que interpreta la risita del cadete que la atiende? Ya ve. Que a Facundito le fumiguen el potrero no me incumbe. Pero a mí me parece que hay algo maligno en su nombre. Yo siempre quise escribir algo sobre el Brigadier General, y ahora cómo hago. Ese chico debería usar seudónimo o por lo menos afeitarse. –Vamos a irnos, papá -dijo Camargo-. Me alegra verte bien. Me alegra que te cuiden. En el siglo VII, los bárbaros eran cristianos y católicos. Don Patillas soliviantó a Mahoma, puso a medio mundo en manos de sus prosélitos, arrasó con estruendo los Santos Lugares, se metió en España. De donde nunca saldría, por decirlo así. Se rió y me dijo que anotara a mi vez, por el reverso de la servilleta, lo que yo esperaba de esta vida. Iba a escribir "nada" pero se me fue escribiendo su nombre. Cuando lo leyó se rió y alzó los hombros, gesto que prometía todo y nada. Le pregunté si se le ponía tilde a "Wílmar" y me contestó que daba igual, que como yo quisiera. "Entonces digamos que sí". XIII Aél le pareció mentira que estuvieran hablándose así, dejándose ir, con una soltura que jamás había sentido en la relación con ninguna otra persona, ni siquiera sus hijas. Le sorprendió que aquella muchachita de nada lo pusiera a temblar como un adolescente. Ella, a su vez, no entendía qué estaba pasando aquella noche. La confundía retroceder y la confundía avanzar. No le gustaba alejarse tanto de sí misma. Por momentos veía a Camargo tal como era: un señor mayor, que caminaba encorvado, con una voz demasiado pensativa y un torso de matrona, redondeado por los años. Nunca nadie así había entrado en sus sueños. Y sin embargo, todo lo que él decía la tocaba y la helaba como un ácido. Todo lo que él decía le cortaba el aliento y entraba en su pasado. ¿Dónde estaba? Invisible como el Todopoderoso en todas partes estaba: girando como un electrón loco en el corazón del átomo. Los modales de Enzo habían sido siempre untuosos, de sacristía, y cuando hablaba parecía pedir perdón..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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