15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–¡Qué va! -me contestó, con un tono de simple marihuanero que disipó mis dudas. –Por lo que vemos acá, no estuvo. Célibe. Traté de olvidar qué cosa desagradable había estado a punto de ocurrirme, y en qué esferas, y, por un procedimiento que me recuerdo usando desde la niñez, hice descender lentamente en algún sitio dentro de mi cabeza una compuerta pesadísima. Santiago entonces me preguntó algo y yo contesté cualquier disparate. La puntada de la noche anterior, alojada todavía en el centro de la nuca, se dilató espesamente. Un dolor familiar, un modo de tener cerebro. –Atiende el celular cuando quiere -dijo Durán-, para que nadie sepa de dónde viene ni adónde va. En algún lugar tengo que poner todo ese rencor, se dijo Camargo. En algún lugar, algún día. Ella no ha permitido que la domen, y ya tiene más de treinta y dos años. Colgó con alivio. La vida le parecía recta y simple. Cuanto más hablaba, con la mirada fija en el cuerpo tenso y desnudo de la mujer, más firme le parecía su razón. Si hubiera podido contarle a Maestro los detalles de la historia, sin duda lo habría entendido. Pero también él estaba enredado en un tejido de apariencias y confusiones. Maestro no había sido testigo del principio de la relación, por ejemplo, de la época en que la mujer era nadie y él la había educado lentamente en un oficio donde todo la desorientaba: el misterio de los títulos, el cortejo de las fuentes, el minué delos adjetivos y de la sintaxis. No sabía distinguir el rumor de la verdad, Maestro: no sabía discernir cuál era la mejor de dos verdades que parecían decir lo mismo. Apenas Camargo le abrió los brazos, ella se le clavó como una hiedra. Le copió hasta la manera de respirar, anotaba en un cuaderno las ideas que él descartaba y las frases que dejaba por la mitad para desentrañar qué saberes diferencian a un periodista genial de un periodista del montón. A Camargo lo halagaba que lo oyeran, y hablaba, hablaba, sin darse cuenta de que, cuanto más conocimiento le cediera, menos lo iríanecesitando ella. Camargo encendió los televisores y ordenó a los editores que se fueran. Dijo esto y volvió a reírse. Después dijo: La insensatez de los sin techo te enfurece. Cómo se les ocurre a esas liendres oponerse a tu voluntad? No vas a pasar por alto este desaire. Vas a destruirlos, cuando llegue el momento. Ahora son, por desgracia, el arma que necesitas para darle una lección a la mujer de enfrente. Mientras no lo hayan hecho, tendrás que emplear todo tu poder en darles lo que piden. Recurrir tal vez a Sicardi, el jefe de personal, o a Enzo Maestro, que todavía tiene contactos con los servicios de inteligencia. Nada hay más atroz en una historia de amor que la certeza de que terminará algún día. A Reina la atormentaba la idea de que hubiera un fin aun cuando ni siquiera estaba segura de que la historia fuera de amor. Deseo, ambición, amistad, compañía: no se trataba de eso. Si hubiera sido sólo alguno de esos estados del alma no habría tenido miedo de perder a Camargo. Pero era más y era también menos: un sentimiento para el que no había nombre ni medida. De pronto le parecía que, sin Camargo, su vida iba a hundirse en la oscuridad: que había dejado su propio cuerpo en alguna parte y se había quedado sólo con su sombra. Ya lo que había empezado no podía sino terminar, y entonces, cuando llegara el fin, ¿cómo recobraría el cuerpo? In my beginning is my end, decía. Now the light falls, y todavía estoy acá o allá, en el principio de mi fin, con el cuerpo en menguante. Salir del infierno de los pasillos palaciegos lo ha rejuvenecido. Aunque sigue enfundado en los trajes brillantes con chaleco e insiste en las corbatas floridas a que lo acostumbró el mal gusto del ex presidente penitente, a Maestro se le ha desvanecido la mirada huidiza y avergonzada de otros tiempos. Cuando carnina por la redacción, con los pulgares hundidos en el chaleco, parece Noé oyendo los relinchos, trinos y silbos agradecidos del arca. Sabés cuál era la noticia del día, Camargo?, te saluda, entusiasta. La caída de Milosevic. Teníamos dos crónicas preciosas enviadas desde Belgrado, una entrevista a Vojislav Kostunica, que asumió el gobierno, y una columna exclusiva de Juan Goytisolo. Pero acá el presidente se levantó de la siesta con la regla y echó a tres ministros indóciles a patadas. De buena fuente sé que el vice va a pegar el portazo de un momento a otro. Lo insinuamos, pero no lo decimos. ¿Te parece que cambiemos los títulos y pongamos el énfasis en eso? Algo debía de andar mal entre ella y su protector porque hace un par de meses, en una reunión de editores de O Estado, Pimenta se quejó de que Sandra estaba descuidando su trabajo y anunció que le había pedido la renuncia. En la redacción del diario vieron al director investigando en el correo privado de la computadora de Sandra para leer los mensajes que ella habría recibido de un empresario ecuatoriano, del cual -creía Pimenta, acaso sin razón- la joven estaba enamorada. Inició entonces una persecución tenaz: llamó a los directores de todos los medios de información, en San Pablo y en Río de Janeiro, y les pidió que rechazaran a Sandra cuando fuera en busca de empleo. La acusó de recibir coimas de una empresa de aviación y de mentir a sus jefes. Bultos y bultos de naranjas traían de La Cascada a Medellín, a podrirse en la parte de atrás de mi casa. –Te llamé para decirte que voy a contratar a Enzo Maestro. Sos la primera que lo sabe. Ya dije que el final de este libro es necesariamente imposible. Las páginas que siguen, y algunas anteriores, nunca fueron escritas. Se basan en unos apuntes inconexos y casi ilegibles agregados por Espósito, en hojas sueltas, a su cuaderno Leviatán. La idea de que la historia se escriba a sí misma lo había ido ganando en los últimos tiempos. "Nadie es realmente autor de su propio libro", pensaba, "y yo menos que nadie." Darle forma a lo que falta no es más que aceptar esa idea. –Y entonces me casé con Cantilo -dijo..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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