15 de enero de 2025
Comentario destacado
Critical thinking purpose
Estábamos yo, Vuestro Humilde Narrador, y mis tresdrugos, es decir Len, Rick y Toro, llamado Toro porque tenía un cuellobolche y unagolosa realmentegronca que eran como las de un torobolche bramando auuuuuuh. Estábamos sentados en el bar lácteoKorova,exprimiéndonos losrasudoques y decidiendo qué podríamos hacer en esa bastarda noche de invierno, oscura, helada, aunque seca. Había muchoschelovecos puestos enórbita con leche yvelocet ,synthemesco ydrencrom , y otrasvesches que te llevaban lejos, muy lejos de este infame mundo real a la tierra donde videabas aBogo y el Coro Celestial de Angeles y Santos en tusabogo izquierdo, mientras chorros de luces te estallaban en elmosco. Estábamospiteando la vieja leche con cuchillos, como decíamos, que te avivaba y preparaba para una piojosa una-menos-veinte, pero ya os he contado todo esto. –Qué -dijiste. Cuando salimos delDuque de Nueva Yorkvideamos al Iado de la iluminada vidriera principal del bar un viejo y gorgoteantepianitso o borracho, aullando las sucias canciones de sus padres y eructando blerp blerp entre un trozo y otro, como si guardase en la tripa podrida y maloliente una hedionda y vieja orquesta.Ésa es unavesche que nunca pude aguantar. Nunca pude soportar la vista de uncheloveco roñoso, tumbado, eructando y borracho, fuera la que fuese su edad, pero muy especialmente cuando era de verasstarrio comoéste. Estaba como aplastado contra la pared, y tenía losplatis en un estado vergonzoso, arrugados y en desorden, cubiertos de cala y barro, de roña y alcohol. Bueno, lo agarramos y le encajamos unos pocostolchocosjoroschós, pero siguió cantando. La canción decía: –Que lo maten, yo pago el entierro. –Para qué estar despierta, digo yo. Este mundo es sólo maldad y sufrimiento, sufrimiento y maldad. Cerca de la central eléctrica municipal nos topamos con Billyboy y sus cincodrugos . Ahora bien, en esos tiempos, hermanos míos, los grupos eran de cuatro o cinco: cuatro, un número cómodo para ir en auto; y seis, el límite máximo de una pandilla. A veces las pandillas se juntaban, formando ejércitosmalencos para la guerra nocturna, pero en general era mejor moverse por ahí con poca gente. Nada más que verle ellitso gordo y sonriente a Billyboy me enfermaba, y siempre despedía ese vaho de aceite muy rancio que se ha usado para freír una y otra vez -y olía así aunque estuviera vestido con sus mejoresplatis, como ahora. Nosvidearon al mismo tiempo que nosotros a ellos, y ahora nos medíamos en completo silencio. Esto sería la cosa verdadera y real, usaríamos elnocho , elusy y labritba , no sólo los puños y las botas. Billyboy y susdrugos interrumpieron lo que tenían entre manos, que era prepararse para hacerle algo a una llorosa y jovendébochca a la que tenían allí, y que no pasaría de los diez años, y estabacrichando con la ropa todavía puesta. Billyboy la sostenía de unaruca, y su lugarteniente Leo de la otra. Probablemente estaban en la parte de losslovos sucios, antes de iniciar un trozomalenco de ultraviolencia. Cuando nosvidearon llegar, soltaron a la pequeñaptitsa lloriqueante -de donde ella venía había muchas más- y la chica corrió con las delgadas piernas blancas relampagueando en la oscuridad, siempre gritando oh oh oh. Yo dije, con una sonrisa amplia ydruga : –Pero te vas mañana -dijo Verónica. Mientras esperábamos que pasara un taxi por la autopista le dije que yo iba con Alexis la tarde en que él lo mató. Que sí, que él ya sabía, que desde esa misma tarde me había quedado conociendo. "¿Entonces desde la primera noche que pasaste conmigo en mi apartamento me habrías podido matar?" Se rió y me dijo que si a alguien él no podía matar en este mundo era a mí. Entonces pensé que él era como yo, de los que dejábamos pasar, que éramos iguales, perdonavidas. –Cuestión de adjetivos -dijo-. No hay crítica sana. Hay sólo críticas sucias o limpias. La nuestra es tan clara que a lo mejor te parece insultante, Maestro. Detrás de cada palabra que vamos a publicar hay pruebas y testigos. de Villa del Mar En el cuarto de Darío había una cama, un closet y un escritorio: el closet lleno de la ropa de Carlos, el quinto hijo, mi cuarto hermano, que vivía perdido en las montañas con un amor del sexo fuerte; y el escritorio atestado de remedios, los costosos remedios para el sida que si sirven, pero para salvar del hambre a los sidólogos. Y en el cuarto mío una cama escueta y basta, eso era todo. De la biblioteca traje el sillón de la abuela (el sillón donde se sentó la abuela en sus últimos años a morir) y una silla para poner mi ropa. En cuanto al estudio de en medio, nada, vacío como mi alma. –Perdón -dijo Espósito. –El criptosporídium, doctor -les pregunto como quien no quiere la cosa, como cualquier cristiano doble ciego acostumbrado al acto de fe-, ¿es una bacteria? «La soberbia es, por así decirlo, Durante más de cincuenta años, Camargo no dejó de pensar ni un solo día en la madre que había perdido. No sabía cómo era ella ni cuál sería ahora su nombre, pero tenía la esperanza de que aún siguiera viva en algún lugar del mundo. Con el tiempo, la imagen de la madre había ido moviéndose de un cuerpo a otro, de una cara a otra, era muchos seres que Camargo no podía fijar en uno solo: aquella errancia de la madre era también la errancia de su ser, las muchas personas que, a pesar suyo, él iba siendo todos los días: una persona nueva casi a cada instante, un extraño con el que le costaba identificarse. Sin embargo, la reconocerla apenas la viera porque, aunque no recordaba su cara ni su cuerpo, sabría que era su madre por este o aquel gesto de ella que persistía en él, tal vez la costumbre de llevar un índice a la ceja e inclinar la cabeza hacia la derecha, como si de ese lado le pesaran los pensamientos; o tal vez la reconocería por la involuntaria frialdad de su voz, tomando siempre distancia de los otros, como les sucede a todos los que han sufrido un primer amor rechazado. ¿Nunca me amaste, mamá, nunca me amaste? ¿Nunca querrás abrazarme? Si el padre no hubiera destruido hasta el último recuerdo que había de ella en la casa, quizás ahora podría imaginarla. Era el blanco absoluto de su imaginación lo que más lo desesperaba. –Quiero decir -dije- que no conozco la ciudad ni tengo la menor idea de donde queda tu casa ni pienso averiguar tu número de teléfono, y es probable que nunca vaya al Cerro. Eso es lo que me pasa. Quería caminar, hablar con vos, no irme mañana, tal vez meterte en una cama y cantarte un ariade Puccini,Che gélida manina.en búlgaro..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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