15 de enero de 2025
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–Entonces dijo algo. De sus hazañas, sus estropicios, al final de su vida sólo me llegaban los ecos. Que tu hermano hizo esto, lo otro, y se reían para no irme a ofender. Yo simplemente, y desde hacía mucho, cuando notaba que Darío empezaba a desvariar me perdía. Ya sabía que venía en camino el monstruo, el tornado, ¡y ojos que me volvieron a ver! ¿Y si por dejarlo solo en ese estado lo mataban los atracadores de la calle, el ejército, la guerrilla, la policía? El viejo terminó de orinar, vació el inodoro, se guardó el sexo estúpido y se cerró la bragueta. Al salir del baño al cuarto vio reverberando en el polvo del aire los rayos de un sol rabioso. –Tomáte entonces este caldito caliente de pollo con pollito deshebrado. –Gracias. Usted es un amigo. Cuando llegué al pie de la escalera me sentí un poco sorprendido. Más todavía. Abrí la boca mostrando verdadero asombro. Habían venido a buscarme. Me esperaban junto a la pared garabateada, como ya expliqué:vecos ychinas desnudos en una actitud severa exhibiendo lanaga dignidad del trabajo, frente a las ruedas de la industria, y toda esa basura que les brotaba de lasrotas , obra de losmálchicos perversos. El Lerdo tenía en la mano una gruesa barra de color, y estaba dibujandoslovos sucios muy grandes sobre todo el cuadro, y estallando en las risotadas del viejo Lerdo, bu ju ju, mientras escribía. Pero se volvió cuando Georgie y Pete me saludaron, mostrándome lossubosdrugos y brillantes, y trompeteó: -Ya está aquí, ya ha venido, hurrah -e hizo una torpe pirueta que quería ser un paso de baile. Cruzó el portal del cementerio y avanzó hacia los grandes gomeros de la entrada. Afuera, la vida respiraba con energía. El sol se desprendía de las nubes con felicidad y caía inadvertido sobre el ánimo de la gente. Maestro, obstinado, le siguió los pasos. 3 Entonces lo vi, sobre una de esas mesas, uno más entre esos cuerpos inertes, fracasos irremediables. Ahí estaba él, Wílmar, mi niño, el único. Volvió la noche como todos los días, puntual, exacta, a las seis que es cuando en Medellín oscurece. El cielo se encendió de estrellas y cocuyos y se encendieron de foquitos las montañas. En algún momento de 1997 se enamoró de Sandra Gomide, editora de la sección Empresas amp; Negocios en Gazeta Mercantil; cuando pasó a O Estado se la llevó consigo. En pocos meses, Sandra vivió ascensos de vértigo. Su salario de redactora especial, mil dólares, subió casi cinco veces. Era una mujer llamativa y sensual y, al parecer, no menos altanera que Pimenta. Desde la infancia la llamaban Bambi, por sus movimientos cautelosos y elegantes, que recordaban los de un ciervo. Estaba haciendo estudios de posgrado en el Instituto de Investigaciones de San Pablo y sus artículos sobre las fusiones en las empresas brasileñas de aviación fueron citados por toda la prensa del país a comienzos de año. Yla Gran Alborada, la edad de oro, el asado con cuero de los Magos, mucha gente excesiva no obstante, pero en agua revuelta cuchillo de palo,íncubos, súcubos, posesos, monjitas como mariposas a las que el amor hace trepar por las paredes, pactos a rajabonete, embrujamientos al paso, maleficios, filtros, insurrección simbólica y ritual, pócimas. Bebe, bebe este nepente. Rabelais. Ya asoma en el horizonte la filosofía, entre las carcajadas de Gargantúa y Pantagruel, y aquí no descubro mi secreto. Te fascina, querido, pero no se verificará, no al menos hasta que depongas esa cautelosa retórica argentina que desde antiguo impide la familiaridad entre mis compatriotas y los tuyos, y que taimadamente te hace hablar de usted, para referirte a mí. ¿Por qué? Por falta de orgullo, y de país. Pero a Mí, ya se sabe, o se me tutea o nada. Sólo que en "este" país cómo tutearme, en qué idioma tutearse con ciertas personalidades, ¿no es cierto? Conmigo pongamos, y con Dios. ¡Silencio, cretino!: Dios y yo por el momento somos meras hipótesis de trabajo o un resto de tu excelente educación salesiana. O una alusión a cierto chispazo del amigo Santiago. Sin contar con que acá, dentro de los límites de la ciudad, todo es posible, hasta los Misterios Teologales. Estamos en Córdoba de la Nueva Andalucía, la ciudad de las siete iglesias que miran hacia el este y del escudo de armas con un castillo sobre el que flamean siete banderas misteriosas, no muy lejos de las formidables piedras de la Compañía de Jesús donde hay siete altares con las mismas indulgencias que las siete capillas apocalípticas de San Pedro en Roma, y en cuyo presbiterio hubo una trampa con siete escalones que bajaba a laberintos donde algún pasadizo aún hoy remata en una puerta que (si llega a abrirse) desemboca en Dios. O no desemboca. O da a un jardín recoleto donde una novicia corta un asfódelo y te lo tira, y nuestro forastero regresa esta noche a su hotelucho con una flor que una novicia, en un sueño, cortó y le dio a un desconocido, hace unos siglos. Hermoso, lo reconozco. Cuento fantástico lo llamarías vos. Cuidado, ahijadito, diría yo. En Córdoba todo es posible porque es la ciudad imposible. Fue trazada una medianoche de 1577, mirando al sur, por don Lorenzo Suárez de Figueroa sobre un plano irreal de siete manzanas de base por diez de altura, lo que obligó a nuestro hermético vasco a diseminar en el papel parcelas ilusorias sobre la vieja Cañada, sólo para cumplir con la armonía preestablecida de los números y el dibujo de los astros. Hay una ciudad fantasma en la base misma de la ciudad real, te lo advierto. Pero volviendo a mi asunto: falta de orgullo, dije. Miedo a trabar ciertas perturbadoras relaciones. Cosa natural y perdonable pero, te seré franco, que únicamente he advertido en los santos y en los otros: en los, de algún modo, propensos. Hecho nada curioso si se reflexiona que, como diría el precipicio, dejad que los alpinistas y los que padecen vértigo se acerquen a mí. En principio, el miedo habitual a ciertos escalamientos; en segundo lugar, y luego de haber provocado estevinculumo Alianza con el Gran Ascensorista -conmigo-, en segundo lugar el pudor de las palabras. El pudor, no el Poder como lo llamó nuestro predilecto cosmonauta Eddie. El pudor, no la voz prometeica que al ser articulada pone en movimiento ondas incalculables que se desplazan, se expanden, tiran locamente hacia arriba y se abren en vastas ondas nuevas que convocan tempestades mientras transcurren los siglos y aquel movimiento inicial, la Palabra, sigue arreando nebulosas, ampliándose, arrastrando a su paso abanicos de arcángeles, hasta que por fin una noche hay un estallido deslumbrante y los astrónomos selanzansobre los telescopios. Y las niñas temen el Fin del Mundo. Y un poeta, en el Infierno, sonríe con esa cruza de melancolía triunfal y de ternura de Giuseppe el zapatero que mira desde la oscuridad a su hijo el doctor evocando los buenos viejos sufridos tiempos del tuque tuque taca, sonríe y dice: "A esa estrella, atorrantes, a esa estrella la hice nacer yo." Pero no. Nada de locura; viva el emotivo nudo en la garganta y trae para acá la guitarra, viejita, que voy a llorarte de tú. Porque en "este" país los Grandiosos Sentimientos se cantan en román carantoño. Por un lado, la esfera realista y telúrica de tomar mate con Santiago, y, acullá, la dorada comarca de los astros nacidos en hermosa lengua española. Pandemónium que el expósito quiere solucionar puerilmente tratándome de usted, y que en ciertos Meta-Encuentros como éste obligará a nuestro habilidoso mulato a bordar arcoíris de palabras cosa de postergar hasta último momento la deforme, la confianzuda, la bárbara y revolucionaria conjugación patria. ¡Revolucionaria, he dicho! Y no sólo en la esfera estética, sino en el bruto territorio de lo humano, en el capítulo batifondero de destroncar la mierdosa sociedad burguesa y cambiarlo todo y construir la Gran loa humanista. Tal como suena. Que en el fondo todo es una cuestión de lenguaje. Ejemplo diabólico: ¡Proletarios del mundo, unios! Díganme un poco, por favor, si con semejante andaluzada van a hacer una revolución nacional, no digo ya una obra de arte. Silencio tovarich.Kung-Fú-Tsé, vulgo Confucio, al ser preguntado sobre qué es lo primero que haría si fuera gobierno, respondió: Corregir el lenguaje, porque si el lenguaje no es correcto lo que se dice no es lo que significa; si lo que se dice no es lo que significa, lo que debe ser hecho queda sin hacer; si lo que debe ser hecho queda sin hacer, la moral se deteriora, si la moral se deteriora, la Justicia andará extraviada; si la Justicia anda extraviada la gente quedará en una tremenda confusión. Y eso es el caos, dijo Confucio. Lenin hablando como los tres mosqueteros, uníos u os derribará el empellón de un pájaro, voto a Bríos, es el caos. Y, por si te preocupa, sí: en el momento mismo de gritarNon Serviam!,la divertida gente del subsuelo eligió la Historia. Diantre, dijo Tartini. El violín se empuña con la izquierda. Pero volviendo a la raíz del verbo: lo único que pretendemos por ahora es que des el primer salto. A mí, se me tutea o nada. Y en estas latitudes se me tutea de vos. En cuanto a quién soy, por el momento sería más adecuado decirquésoy. Nada, por ahora no soy nada. Dos noches sin dormir, la Benzedrina, o cualquier otra cosa.¿Te lo recito? En las márgenes del río Amarillo, el cielo; en las del Ganges, el sonido gutural de una sílaba. En Escandinavia, un hombre que monta un caballo tordo, en la remota Ibernia, un enano. Por ahí, un hombre con dos caras; en Ascalón y Gaza media persona y medio pez. En Menfis, un toro; un carnero en Tebas. Y un ibis y un ave de rapiña y. un cocodrilo, en Hermópolis, en Edfú y en Cocodrilópolis, respectivamente. A veces no tengo cabeza, en el Asia Menor la tuve de burro, pero sobre todo (oh, sobre todo) soy todavía una reminiscencia literaria, noble, no lo niego, pero ese "algo, glacial" de hace un momento, por ejemplo, "algo glacial y en cierto modo repugnante", ¿eh, Iván Karamazov?…Lo demás será tratado en la próxima entrevista. –No hay ofensa para ti ni para nadie -dijo Georgie-. Se trata de saber quién tiene ideas. ¿Qué ideas tuvo el hombre? -y clavaba en mí losglasos muy fríos.- Pequeñeces,malencasvesches como lo de anoche. Estamos creciendo, hermanos. Elmesto estaba casi vacío, porque todavía era de mañana. También me pareció extraño, todo pintado con vacas rojas mugientes, y detrás del mostrador unveco que yo no conocía. Pero cuando pedí: -Unmoloco-plus, grande- elveco delitso flaco recién afeitado supo lo que yo quería. Me llevé el vaso grande de leche a uno de los pequeños cubículos delmesto, todos con una cortina que lo aislaba delmesto principal, y allí me senté en el sillón afelpado, y bebí y bebí. Cuando acabé de beber sentí que ocurrían cosas. Tenía losglasos fijos en elmalenco trozo de papel de plata de un atado decancrillos tirado en el suelo, porque, hermanos, la limpieza de estemesto no era tanjoroschó. Y este pedazo de papel de plata empezó a crecer y crecer y crecer y era tan brillante y amenazador que tuve que bizquear losglasos. Se agrandó tanto que al fin fue no sólo todo el cubículo donde yo estaba sino todo elKorova,la calle, la ciudad. Al fin ocupó el mundo entero, hermanos, y era como un océano que inundaba todas lasvesches que existieron o alguna vez fueron concebidas. Meslusaba la propia voz haciendochumchums especiales, ygoborandoslovos como«Desiertos muertos y amados,rotas que no tienen apariencias variformes», y toda esacala. Entonces la visión nació de todo este papel de plata y después aparecieron colores que nadie habíavideado antes, y alcancé avidear un grupo de estatuas muy muy lejos, que se acercaban más y más y más, todas muy iluminadas, y la luz brillante venía de arriba y también de abajo, oh hermanos míos. Este grupo de estatuas representaba aBogo y todos los sagradosángeles y santos, muy resplandecientes como de bronce, con barbas y alasbolches que se agitaban y producían una especie de viento, así que en realidad no podían ser de piedra o bronce, y además losglasos se les movían y estaban vivos. Estas figuras grandes ybolches se acercaron más y más y más, y al final pareció que me iban a aplastar, y alcancé aslusar migolosa que decía «Eeeeee». Y sentí que me libraba de todo -platis, cuerpo, cerebro, nombre, todo- y me sentía realmentejoroschó, como en el paraíso. Se oyó entonces como unchumchum de cosas apretadas y aplastadas, y Bogo y losángeles y los santos medio menearon lasgolovás al mirarme, como si quisierangoborar que todavía no había llegado el momento y que era necesario probar otra vez, y entonces se oyeron burlas y risas y derrumbe, y la luz cálida y grande se enfrió, y así me encontré en el mismo lugar de antes, el vaso vacío sobre la mesa, y yo quería llorar y sentía como que la muerte era la única solución a todo. –Se trata de películas especiales -explicó este doctor Branom-. Películas muy especiales. La primera sesión será esta tarde. Sí -dijo, enderezándose, porque estaba inclinado sobre mí-, parece que estás en muy buenas condiciones. Quizás un poco subalimentado. Culpa de la comida de la prisión. Ponte otra vez la chaqueta del piyama. Después de cada comida -dijo, sentándose al borde de la cama- te daremos una inyección en el brazo. Facilitará las cosas. -Me sentía realmente agradecido a este doctor Branom tan amable, y le dije: Es lo mismo. Fidelidad. Fidelidad fanática, hasta la muerte. Lealtad al signo primordial regidor de la cabeza y del fuego. Todo lo que no tenga que ver con esto, vaderretro, evade el recto destino combustible de tu estirpe. Coexisten, en tu tipo astral, dos Esteban: el superior y el otro, el deleznable. Y como es obvio, amén de redicho, en ese microcosmos paradojal nosotros gobernamos al Esteban superior; él, el elegido para las tareas luminosas, es quien va a casa de Verónica, sonríe cuando no debe, irradia frescura cuando le arden las zonas del sentimiento y, para darte un ejemplo lastimoso de esto último, decide leer alcamarada Lenin en vez de armar una bomba casera, cuando descubre que Josefa Bartolotti lo que tiene es hambre. Él huye por las escaleras en calzoncillos, no honra al padre ni a la madre, codicia mujer e ideas ajenas, no ama a su prójimo ni mucho menos a sí mismo, se olvida de santificar sus propias fiestas, sus efemérides, motivo por el cual deja plantada a la niña de Plaza Irlanda junto a un alegórico relieve, añorando sus anillitos. No interrumpas. Me refiero al impuro, humano, vivo, contradictorio Esteban con antorcha. Porque el artista, fíjate bien, el artista, para sobrevivir en este mundo y en el que se avecina, ha de poseer una fuerte dosis de inmoralidad. De ahí lo de la falta de principios. Inmoralidad -y empleo nomenclaturas a nivel burgués para facilitarte la comprensión jesuíta de conceptos cuyo sentido, en los hechos, te resulta desde antiguo familiar- inmoralidad, o quizá amoralidad, que si bien permitirá a un gran artista obtener espléndidos resultados en la construcción de una catedral en homenaje a la Sagrada Familia, pongo por caso, y no al azar, le impedirá en cambio no ya salvar el alma, que para eso nunca hizo falta la divertida gente del subsuelo, sino también fundar una..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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