15 de enero de 2025
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Que la Luna se había detenido en su carrera por encima de los árboles y que ahora estaba allí, extática en el cielo negro, le pareció evidente. Agazapada en ese claro, entre dos nubarrones. Como una tigre de cuerpo rayado y sangriento. Cuando el guarda le tocó el hombro, Esteban Espósito comprendió que lo que se había detenido era el ómnibus, no la Luna. Gracias, dijo, bajó del ómnibus y alguien se deslizó detrás,desafiando la noche lunar.desmontó del caballoy el baile empezócon la cola marcando el compás. –Explícate mejor -dijo Esteban. –Eso -dije, sintiéndome muy enfermo-. Usar de ese modo a Ludwig van. Él no le hizo daño a nadie. Beethoven no hizo más que escribir música. -Y entonces me sentí realmente enfermo, y tuvieron que traerme un recipiente que tenía forma de riñón. –Varias cosas. Una tiene que ver con Santiago. Me gustaría saber si vos estuviste enamorada de Santiago. En este punto, hermano, unplenio que estaba cerca del fondo dejó oír unchumchum de música labial -prrrrrp- y loschasos bestias se pusieron a trabajar sin demora, corriendo realmentescorro a la escena delchumchum, descargando feos golpes ytolchocando a derecha ya izquierda. Al fin loschasos cayeron sobre unplenio pobre y tembloroso, muy flaco,malenco ystarrio, y lo sacaron a la rastra, pero elplenio no paraba de crichar: -No fui yo, vean, fueél. -Nadie le hizo caso. Lotolchocaron a fondo y al final lo sacaron de la capilla, mientras elvecocrichaba como unbesuño. Cuando yo venía a Bogotá a visitarlo, a constatar con mis propios ojos su recuperación y sus progresos, prefería irme a dormir bajo un puente o en una alcantarilla. –Bueno… -dijo Pete, y sonrió-. Tengo cerca de veinte años. Bastante viejo para casarse, y ya hace dos meses. Tú eras muy joven y muy adelantado, recuerda. –No busco cigarrillos. Necesito una pastilla para el corazón. Ya está. En veinte segundos te explico todo, pero antes a ver si entendí bien. Según vos, cómo decirlo sin parecer enojado, según vos a mí me importa un soberano carajo del mundo real, busco algo que no sé qué es, husmeo el aire y voy de acá para allá como si fuera un perro loco, sólo que todo esto ocurre más bien dentro de mí mismo, o sea que soy como un chico autista que tuviera Parkinson, y además me desdoblo. Ah, no, no me digas que no, ahora empecé a hablar y sigo hasta aclararte tus propias ideas sobre mí, porque sabes una cosa: es cierto, pero y vos cómo lo supiste. Cómo hace todo el mundo para saber siempre lo que me pasa y yo nunca lo sé hasta diez años después. –Todavía no sé de qué, y abandona por favor ese aire de ir de compras. Hablar. Hablar de cualquier cosa. Qué importancia tiene. Bastían aflojó el cuerpo y dejó las manos colgando a los costados del bidet. Sonreía. –No es para tanto -me oí decir mientras la bestia se alejaba con la cola entre las patas y yo me insultaba interiormente por lo que ibas a escuchar de inmediato. Ya no había fuerza en el mundo capaz de impedir que lo dijera-. No hacía falta este tipo de colaboración. Nadie hubiera dicho que al viejo le quedaban fuerzas, pero en aquel momento parecía dispuesto a levantarse y a noquear a un peso pesado en el ring. Un viento impetuoso y ciego soplaba dentro de él: un viento que arrastraba los silencios, las desesperaciones, el desamor de todos los años que había perdido. Ya no le prestaba atención a Camargo. Todo el ser que le quedaba se había concentrado en Reina. Se puso pálida, pálida, pálida, como la Muerte de Horacio, la «pallida mors». –Siéntese, hombre. Así no es fácil hablar. -Le ruego que nos permita seguir de pie, doctor. En un sector del aula hubo risas. Las chicas habían dejado de tomar apuntes. Es astuto, pensé, es un zorro lleno de cicatrices y cansancio. Alguien, desde el centro de la sala, le contestó en voz alta: ¿Quién es usted?.

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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