15 de enero de 2025
Comentario destacado
Character development essay
–No, no digo ahora. Hace un momento. –Porque está muerta. Por eso. Porque para mí ya se murió. Y los Misterios que vamos a contemplar hoy son dolorosos. En el primero Cristo cae por primera vez. Me miraste extrañada y murmuraste que desde hacía media hora me lo estabas pidiendo. –Todo eso me contaste, sí. También lo de las meninges. –Reina. Creo que has perdido el juicio. Te repito que quiero casarme con vos. Te dije que volvería a que me dieras una respuesta. Soy Camargo, no sé si te das cuenta. Soy Camargo y te ofrezco lo que ningún otro hombre re ofrece en el mundo. Ni siquiera tenés la delicadeza de abrir la puerta. Tomás Eloy Martínez –Con razón los caballos. –Sicardi o yo da lo mismo. A veces me reconoce, a veces no. El atardecer se había quedado como en suspenso, las campanas y los truenos lejanos y los pequeños animales del crepúsculo parecieron enmudecer al mismo tiempo: un momento más y por fin sería de noche. Me pareció que volvías a nombrar a Mariano. Yo sólo oía el altoparlante y su música, sólo veía la piedra lapidaria de los amantes de mármol: ella de espaldas, blanca y titánica y con el culo al aire; él de frente, colosal, con su hojita de parra sostenida por la nada. Los brazos alzados de la pareja edénica cruzan sus manos en lo alto, porque evidentemente se aman. Me gusta imaginarte, Beatriz, piensa Esteban Espósito a setecientos kilómetros de la lápida, aunque ninguno de los dos haya vuelto me gusta imaginarte caminando sobre la grava de la plaza con tu sonrisa un poco irónica y cansada de los últimos tiempos, una sonrisa vagamente divertida y de algún modo victoriosa, mientras, de este lado del puente, yo meto la mano en el bolsillo y saco los anillos y me quedo mirándolos unos segundos en la palma de la mano. Las puestas de sol en ese balneario chileno, que gozan de justa fama, alcanzan su máximo esplendor en la pequeña bahía que se abre justo frente a la casa amarilla. Gente de Santiago y Valparaíso acude los fines de semana a contemplar ese portento, que Brenda y yo teníamos a nuestro alcance en el balcón de la casa. No recuerdo por qué decidimos bajar a la orilla del mar el domingo 23 de febrero de 2003, cuando más infernal era la romería de visitantes. Nuestra hija Diana se había marchado a Buenos Aires, los dos nos sentíamos solos y melancólicos y, aun sin decirlo, estábamos sedientos de compañía En la playa corría un aire cálido y transparente. Los turistas, con pañuelos atados a la cabeza y cestas de picnic, se habían tendido entre las rocas inmóviles coma lagartos. El graznido de las gaviotas desentonaba con la calma sin fin. A eso de las seis y media, cuando el sol iniciaba su caída, un avión pasó frente a nosotros a una velocidad tan inverosímil que el rugido de las turbinas nos llegó cuando ya se había perdido de vista. Al cabo de un rato volvió, y era como si flotara. Volaba a trescientos o cuatrocientos metros sobre el mar y cortaba el globo del sol con perfectas líneas horizontales. Era un Cessna Citation para cuatro pasajeros, pero luego se supo que la única persona a bordo era el piloto enloquecido. Ni me oyó. Iba y venía por los pasillos como enajenado buscando trapos entre trapos. Haga de cuenta usted un gato revolviendo en un cofre mágico y sacando de entre sus sorpresas la felicidad. Mensaje al presidente y al gobierno: El Estado debe concientizarse más y comprarles ropa a los muchachos con elfin de que ya no piensen tanto en procrear ni en matar. Las canchas de fútbol no bastan. De los muertos de Alexis, cinco fueron gratis, por culebras propias; y cinco pagados, por culebras ajenas.¿Qué son "culebras"? Son cuentas pendientes. Como usted comprenderá, en ausencia de la ley que se pasa todo el tiempo renovándose, Colombia es un serpentario. Aquí se arrastran venganzas casadas desde generaciones: pasan de padres a hijos, de hijos a nietos: van cayendo los hermanos. Bueno, ¿que cómo supe lo de Alexis si yo no pregunto? Sin preguntar, me lo contó La Plaga. Él es un niño divino, maldadoso, malo, que se quedó también sin trabajo. Tiene quince añitos con pelusita que te desarman el corazón. Creo que se llama Heider Antonio, un nombre bello. Y cuando no está matando está jugando billar: en el Salón de Billares X… (No digo el nombre porque de pronto le da al dueño por iniciarme una "acción de tutela" como marca la nueva Constitución, y después me cargan todo el peso de la ley.) Pasado el parto, la gran matrona se instalaba cuarenta días en reposo entre sábanas blancas a mandar. Que tráiganme esto, lo otro, lo otro. Que llévense ese café con leche que está frió y me lo calientan. En el celular del diario se habían acumulado quince mensajes. Estaba seguro de que todas eran consultas de Enzo Maestro sobre el tratamiento que se debía dar a la crisis de gabinete. Cuando lo llamó, sin embargo, el tono de voz sombrío le hizo pensar en algo peor. Entonces volvió a oír el «gruac gruac» del pájaro. Que si yo lo oía. –Joroschó es la palabra, amigo. Unajoroschó de horrores. -Y ahí nomás me pusieron un casquete sobre lagolová, y pudevidear toda clase de cables que salían del casquete, y luego me aplicaron como una ventosa en la barriga, y otra en el viejo tic-tac, y también de las ventosas salían cables. Entonces se oyó elchumchum de una puerta al abrirse, y era que llegaba uncheloveco muy importante, pues sevideó que los otrosvecos de chaqueta blanca se ponían muy tiesos. Eso fue cuando conocí a este doctor Brodsky. Era unvecomalenco , muy gordo, de pelo todo rizado, y unosochicos muy gruesos sobre la nariz carnuda. Alcancé avidear que llevaba un traje realmentejoroschó , del todo a laúltima moda, y despedía unvono delicado y sutil como de sala de operación. Con él estaba el doctor Branom, sonriéndome, como para darme confianza.- ¿Todo listo? -preguntó el doctor Brodsky congolosa muy profunda. Entonces pudeslusar unas voces que decían listo listo listo desde cierta distancia, después más cerca, y se oyó un discretochumchum de zumbido, como si hubiesen encendido algo. Y entonces se apagaron las luces, y ahí estaba Vuestro Humilde Narrador y Amigo sentado solo en la oscuridad, incapaz de mover ni cerrar losglasos, ni ninguna otra cosa. Y entonces, hermanos míos, comenzó la función con una música muygronca para dar atmósfera; venía de los altavoces áspera y muy discordante. Y sobre la pantalla comenzó la película, pero sin título ni indicaciones. Todo sucedía en una calle, y podía haber sido cualquier calle de cualquier ciudad, y era unanaito de veras oscura, y los faroles estaban encendidos. Era cine muy bueno, profesional, y nada de esos pestañeos y cortes que unovidea en esas películas sucias que pasan en la casa de alguien, en una calle apartada. La música no paraba, bump bump bump, y la atmósfera era siniestra. En eso apareció un viejo bajando por la calle, muystarrio, y sobre este vecostarrio saltaron dosmálchicos vestidos a laúltima moda, lo que se usaba entonces (todavía los pantalones estrechos, pero ya no corbatín, sino más bien una verdadera corbata), y empezaron a divertirse. Seslusaban bien los gritos y los gemidos delveco, con mucho realismo, y también la respiración pesada y el jadeo de los dosmálchicos que lotolchocaban. Hicieron una verdadera pasta con estevecostarrio, crac crac crac con lasrucas cerradas, y le arrancaron losplatis y acabaron pateándole elplotonago (que yacía colorado decrobo en elgrasño barro del albañal) y después escaparon muyscorro. Entonces apareció en primer plano lagolová delvecostarrio castigado, y elcrobo le brotaba con un hermoso color colorado. Es raro que los colores del mundo real parezcan reales de verdad sólo cuando se los ve en la pantalla. .

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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