15 de enero de 2025
Comentario destacado
Case study research proposal
¡Quién me mandó abrir la boca! Adelantándosele a su vez al asqueroso, Wílmar sacó el revólver y le propinó un frutazo en el corazón. El hombrecerdo con vocación de pájaro se desplomó dando su último silbo, desinflándose, en tanto Wílmar se perdía por entre el gentío. Esteban Espósito hace pis. Ha salido a la noche del parque y bajo un cielo rajado de relámpagos, solo con su alma, en lo alto del Cerro de las Rosas, entre eminentes plátanos, Esteban Espósito hace pis. –La noche de que te hablo, la noche anterior a la batalla. Vos tenías razón -dijo después, mirando hacia arriba-. Es medio lelo. –Mediocerrálos entonces, y así no ves tanta luz que te moleste ni tanta cara que te asuste. Ves medias caras. Y una medía cara no es una cara, es un cuadro de Picasso, que ya murió y no te puede hacer daño. –No hay de qué. –Qué. Doblé por cualquier parte. Tomé un taxi y a las tres cuadras me salió al paso el edificio de la vieja Terminal. Me recuerdo discutiendo por un pasaje que no quería utilizar y volviendo al hotel por una vereda junto a la que se alzaba un paredón de piedra en el que vi una puerta con la siguiente inscripción:Casa de Dios y Puerta del Cielo.Hoy sé que era el paredón de la Compañía de Jesús, entonces no lo sabía. ¿Qué pasará si entro?, me limité a pensar. Antes hay como una laguna, una zona imprecisa y ambigua donde, estoy seguro, ocurrieron las cosas definitivas. Una moneda que se me cayó de las manos. O la aparición de la sirenita. Hechos pequeñísimos de los que recuerdo la forma, pero cuyo significado real se me escapa como si mi memoria fuese exactamente una laguna, como si todo lo ocurrido aquellos dos días fuera eso, un agua caótica donde yo trato inútilmente de recoger matices, cifras, sombras, con una red demasiado tosca por donde se escurre lo que de veras importa. La señorita mayor, por ejemplo, o el color del cielo, un cielo que repentinamente se vuelve plomizo y hostil y que en aquel momento me pareció un signo anunciador de algo. Una palabra oída al pasar, que influyó quizá en mi ánimo, que tuvo sentido, que tal vez fue la verdadera causa de mi decisión de comprar aquel pasaje. Iba hacia la terminal y era como si la ciudad se borrara y en su lugar comenzara a construirse el fantasma de otra, otra que ahora es ésta, en la que no siempre las calles corren en la dirección exacta ni los monumentos o las plazas están en el punto que marcan los planos, mi ciudad, donde las paralelas se cortan y una misma ochava española puede estar en dos esquinas distintas. Era poco más de mediodía; pero parecía el atardecer. Cine General Paz, leí desde el taxi,Hace un año, en Marienbad,y pensé que si fuera de verdad el atardecer me habría gustado dar una vuelta por la Plaza Martín para ver la llegada de los tordos. Negros, cayendo como la tormenta sobre los robles y los plátanos, si no chillasen tanto serían un espectáculo alucinante, pensé. El último sombrío cuadro de van Gogh, claro que allá son cuervos. Y además no fue el último. Un momento después yo conocía la historia. Madura profesora enamorada de alumno canalla. Cómo no se me había ocurrido antes. La señorita Etelvina tiene el tipo exacto para ese género de catástrofes. La imagino guardando violetas aplastadas entre las páginas de Bécquer; casi puedo verla, durante las clases, mirando furtivamente a un previsible desalmado que por lo visto, se parecía a mí. "Total, que se enamoró como una retardada", dice Verónica sin contemplaciones mientras la señorita Etelvina, a mis espaldas, simula reírse de sí misma con un cloqueo capaz de partir en dos una piedra basáltica. "Y el muy turro", dice Verónica, "jugó una apuesta y se acostó por fin con ella", pero cuando lo dice la pobre señorita Etelvina ya se ha ido y el boceto está terminado. Verónica y yo estarnos solos en la casa vacía. –Puedo ir a las nueve o a las diez. Está despierto desde que amanece. ¿Paso a buscarte? –No tienes que hacer eso, hermano. No le aflojes a este maricón. -Y el nuevo le contestó: La Virgen de Sabaneta hoy es María Auxiliadora, pero no lo era en mi niñez: era la Virgen del Carmen, y la parroquia la de Santa Ana. Hasta donde entiendo yo de estas cosas (que no es mucho), María Auxiliadora es propiedad de los salesianos, y la parroquia de Sabaneta es de curas laicos. ¿Cómo fue a dar María Auxiliadora allí? No sé. Cuando regresé a Colombia allí la encontré entronizada, presidiendo la iglesia desde al altar de la izquierda, haciendo milagros. La mujer volvió a vomitar y trató de levantarse pero no pudo. Ni siquiera parecía saber dónde estaba, y los tiempos debían de habérsele enredado, coma a él. El pasado se volvió presente o futuro, la realidad se estancó y ella, la mujer, sanará de la fiebre que ya no tiene, se cubrió de la sangre que todavía no ha visto, va en busca de agua: eso la desespera, la sed, la sed, pero el cuerpo no la obedece. Está privada de cuerpo, tal como vos querías, Camargo, no puede estar en sí misma ni tampoco en nadie. Sólo puede incorporarse ahora, prender la luz, y eso basta para que la energía perdidafluya otra vez en ella. Lo que ha visto la aterra, estás seguro, ¿pero cómo podría defenderse de un terror que ha sucedido ya, qué puede hacer? La ves caminar aferrada a las paredes, a los muebles, tambalearse. En cualquier momento se le aflojarán las rodillas y caerá de bruces. Y sin embargo sigue, sigue hacia la ventana. Ya no necesitás observarla a través del lente: la silueta se distingue con nitidez. Es una figura infernal. Vaya a saber cómo, parte del vómito le ha pringado el pelo. Una expresión de locura le destempla la mirada. Que la ventana se le resista la desquicia aúnmás. De todos modos, lucha con desesperación. Querrías llamarla por teléfono, Camargo. Es posible que, al descubrirse violada, con manchas de sangre y tal vez de mugre, se desconcierte y haga lo que no debe hacer. Pero va su destino se mueve solo. Detenerlo no está en tus manos. La ves golpearlos puños contra los vidrios, forcejear con la falleba, llevarse las manos a la cabeza. Te parece que llora, pero esa mujer no llora: no le han quedado lágrimas ni entrañas y de nada le valdría llorar, porque tampoco le ha quedado porvenir. Se esfuerza, acaso apoya la rodilla contra la pared, hasta que por fin la ventana cede. Las dos hojas se abren de golpe y el aire frío de la noche la toma por sorpresa. Luego se asoma a la calle desierta, en la que se amontonan, acá y allá, bolsas de basura. Son ya las ocho y en toda la extensión de esa calle de bancos y casas de cambio hay un desamparo cruel, que la mujer no advierte. Se asoma a la ventana como puede, inclina el cuerpo y grita, con una ferocidad más poderosa que sus pulmones: –No puedo seguir lo que estás diciendo, no puedo seguir lo que pensás. Nunca vi a nadie como vos. Cruzó el portal del cementerio y avanzó hacia los grandes gomeros de la entrada. Afuera, la vida respiraba con energía. El sol se desprendía de las nubes con felicidad y caía inadvertido sobre el ánimo de la gente. Maestro, obstinado, le siguió los pasos. –What? -exclamé. –Traigo un telegrama -responde una voz franca, decente. Cómo adivinar si no es el violador que regresa. –No es posible que baje a dos o tres -dijo Reina-. Será un modo de hablar, ¿no? Algo no verdadero. Parecías realmente alegre. Tu buen humor crecía en la misma proporción con que Espósito perdía el suyo..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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