15 de enero de 2025
Comentario destacado
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Le di un buen codazo, y le dije: -Vamos, si eres unglupo bastardo. No pienses en eso. Muy probable que haya vida como aquí, y a algunos los acuchillan y otros acuchillan. Y ahora andando, que lanaito todavía esmoloda , oh hermanos míos. –Las mujeres están siempre tristes -dijo él-. A veces con razón, a veces no. Los hombres, en cambio, no tenemos nunca tiempo para la tristeza. De los ladrones, amigo, es el reino de este mundo y más allá no hay otro. Siguen polvo y gusanos. Así que a robar, y mejor en el gobierno que es más seguro y el cielo es para los pendejos. Y mire, oiga, si lo está jodiendo mucho un vecino, sicarios aquí es lo que sobra. Y desempleo. Y acuérdese de que todo pasa, prescribe. Somos efímeros. Usted y yo, mi mamá, la suya. Todos prescribimos. Ellos eran el espejo del amor, el sol de la felicidad, el matrimonio perfecto. Nueve hijos fabricaron en los primeros veinte años mientras les funcionó la máquina, para la mayor gloría de Dios y de la patria. ¡Cuál Dios, cuál patria! ¡Pendejos! –Fue en un informe de Inteligencia del Estado, estoy segura. Me revisaron el departamento de arriba abajo, me robaron papeles, plata en efectivo, calzones. Yo había escrito esa frase. Ahí la leíste, entre mis despojos. –Yo sí sigo siendo. No creo ni en el polvo de esta casa que respiro. Mirá esos libreros lo limpios que están. –Nunca dije eso. -Santiago se pasó con cansancio la mano por la frente. Yo sentí que estaba comenzando a suceder algo que por algún motivo me excedía, algo malsano y en cierto modo injusto. -Nunca en mi vida empleé la palabra literato. Si dije algo, dije el poeta. O el artista. O el hombre. Y dije que se justifica por lo que hace, sólo que ni él sabe lo que hace. Y seguramente hablé de la belleza, a nosotros nos gusta mucho hablar de la belleza. Y de la felicidad. Y dije que todo lo demás son chauchas. Los hechos son ahora tan rápidos que ni siquiera recordarás que los has vivido. Cuando el enviado de Sicardi te entrega el sobre con los documentos, les echás un rápido vistazo y advertís que pasarán fácilmente los controles de Migración. También están en orden los pasajes que permitirán a Momir y su compañera salir rumbo a Santiago de Chile, al día siguiente, y desde allí a Belgrado, con escalas en Miami, Madrid y Roma. Al volver hacia el departamento te retiene un escrúpulo: ¿dónde entregarás al sin techo lo que le has prometido? El mejor sitio, sin duda, es el ascensor del edificio de la mujer. Casi nadie lo usa, y allí no hay riesgo de que te vean. Momir es desconfiado, un gato de albañal, y vacila antes de seguirte. –Al lugar de siempre -dijo el veco-. Sí, sí, no te asombres tanto. Irás a ver las películas, conmigo por supuesto. Ya no irás más en la silla de ruedas. Debo confesar que empiezo a aburrirme. Al día siguiente de las exequias, que congregaron a los presidentes de Argentina, Chile y Venezuela, asistí a la lectura del testamento, depositado en la sucursal del Banco de Santander. Se había previsto que la ceremonia fuera estrictamente privada y tuve que movilizar todas mis influencias para que nos permitieran entrar a Brenda y a mí. Fue una precaución vana, porque los enviados de televisión de quince países forzaron el frágil cordón de seguridad e invadieron el salón Embajador del hotel donde estábamos reunidos los abogados, un trío de escribanos, la primera esposa del difunto con su único hijo y sus nueve hermanos, además de un número escaso de testigos. Como el presidente suicida seguía aún casado con la actriz de telenovelas, se descontaba que esa mujer irla a reclamar al menos la mitad de los bienes. No estaba allí, sin embargo. La representaba su padre, un hombre pálido, delgado, que fumaba con avidez un cigarrillo tras otro. La hoja manuscrita voló de la carpeta y quedó en mis manos, hoja de la que sólo alcancé a ver el título (escrito con nítidas letras mayúsculas en el centro de la página), y que por la disposición de su escritura, como si fueran versículos, me pareció un poema, pero, según comprobé mucho más tarde al encontrármela en el bolsillo, era, para darle algún nombre, un compendio de la Historia del Mundo en los últimos dos milenios, o al menos de una zona de esa historia, enfocada desde el punto de vista de cierta actividad del Espíritu, dicho sea con mayúscula y sin ironía alguna. Y entonces yo dije: -Ah, al demonio. Que se lo paguen ellas. -No sabía por qué, pero en aquellos últimos tiempos me había vuelto algo tacaño. Se me había metido en lagolová el deseo de guardar todos esos preciosos billetes para mí, de atesorarlos por alguna razón. –Al jefe no le va a gustar. Tal vez ya pensó en darle la nota a otra persona. La enfermedad es imprevisible y algún día se retirará, silenciosa como vino. Cada vez que ataca, lo hace de manera aviesa, avanzando desde arriba hacia abajo del cuerpo, o a la inversa, y a veces quedándose por semanas o meses en algunas de las extremidades. Camargo, que al principio sentía una completa falta de tono muscular en los brazos, un día no pudo incorporarse, porque la debilidad había descendido a las piernas y al área abdominal. Simultáneamente perdió el control de los esfínteres, pero eso no lo inquieta tanto como la desaparición de su potencia sexual. La libido se le ha evaporado y, desde que el mal sele alojó en las piernas, tampoco tiene el menor asomo de una erección. Lo desespera la idea de que la gente se dé cuenta de su parálisis y haga conjeturas ominosas. Con el pretexto de que debe mantener activa la inteligencia, Brenda organiza reuniones frecuentes en la casa. Antes de que lleguenlos invitados, lo sienta a la cabecera de la mesa y allí lo deja hasta que todos se retiran, atribuyendo la inmovilidad a un lumbago o a la fractura de un hueso. Sabe que, a espaldas de Camargo, la gente murmura sobre su disfunción sexual, pero a él lo tranquiliza recordándole que el síndrome puede ser pasajero y que un día todo volverá a la normalidad. En el fondo, sin embargo, disfruta llevándolo de un lado a otro y sintiendo su creciente dependencia. Cuando lo ve decaído, va al piano y toca piezas de Alkan y Gabriel Pauré. –Si hubiese muerto habría sido todavía mejor para ustedes,brachnos políticos, ¿verdad,drugos falsos y traidores? -Pero loúnico que me salió fue er er er. Entonces me pareció que uno de los tres desplegaba un montón de recortes degasettas, y pudevidearme en una horrible fotografía, todo cubierto decrobo y tendido en una camilla que llevaban dosvecos, y me pareció recordar algo así como fogonazos que seguramente eran de losvecos fotógrafos. Con unglaso pude leer los titulares de los recortes, que temblaban en laruca delcheloveco, cosas como NIÑO VÍCTIMA DEL CRIMINAL PLAN DE REFORMA y GOBIERNO ASESINO, y aparecía la foto de unveco que me pareció conocido, y decía QUE LO ECHEN, y seguro que era el ministro del Inferior o Interior. En eso laptitsa enfermera dijo: El hombre invisible les fue pasando revista a los muertos. Tres cosas en especial le llamaron la atención de esos cuerpos desnudos sin corazón que pudiera volver a sentir el odio: la cabeza (y la de algunos con los pelos revueltos, erizados) vaciada de sesos y rencores; el sexo inútil, estúpido, impúdico, incapaz de volver a engendrar, hacer el mal; y los pies que ya no llevarían a nadie a ninguna parte. Entonces reparó que sobre los pies de uno de esos cadáveres había otro, pequeñito, orientado en sentido vertical como los brazos de una cruz: el de un bebé recién nacido y recién rajado. Con alivio, ves a la empleada de la limpieza ponerse el abrigo y apagar todas las luces en el departamento de enfrente. Es posible que la mujer le haya dado vacaciones mientras esté de viaje en Rió. Has pensado en eso cuando la empleada, antes de marcharse, ha doblado y separado la ropa de la mujer en varias pilas que deja junto a la valija: la lencería por un lado, las faldas y las blusas por otro. Alcanzaste a distinguir algunas sandalias y trajes de baño. Se trata, claramente, de una excursión romántica: no hay en el equipaje ninguno de los vestidos formales que la mujer necesitaría si tuviera entrevistas con informantes del gobierno, como le ha dicho al incauto Maestro..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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