15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–Me alegro, caballeros, de que se haya suscitado esta cuestión del Amor. Ahora veremos en acción una forma del Amor que creíamos muerta, junto con la Edad Media. -Se apagaron las luces y otra vez se encendieron los reflectores, uno enfocado sobre vuestro pobre y doliente Amigo y Narrador, y en el pedazo iluminado por el otro rodó o se deslizó la más hermosadébochca joven que uno hubiera podido imaginar en toda lachisna. Es decir, tenía unosgrudos realmentejoroschós, que casi sevideaban enteros, porque llevaba unosplatis que bajaban y bajaban y bajaban por losplechos. Y tenía lasnogas comoBogo en el Paraíso, y cuando caminaba uno sentía que se le revolvían lasquischcas , aunque ellitso era unlitso dulce y cordial, joven e inocente. Se me acercó y era de luz, como la luz de la gracia celestial y toda esacala, y lo primero que me vino a lagolová era que quería tumbarla ahí mismo, sobre el suelo, para hacer el viejo unodós unodós realmente salvaje, peroscorro como un tiro me atacó la náusea, como un detective que hubiese estado vigilando desde la esquina y ahora viniese a hacer el arresto. Y elvono del agradable perfume de ladébochca inició un movimiento en misquischcas, y así entendí que tenía que pensar de otro modo en ella, antes que el dolor, la sed y la náusea horrible se me echasen encima verdaderamentejoroschós. Así quecriché: –¿Cómo? -dijiste. 2 Basuqueros, buseros, mendigos, policías, ladrones, médicos y abogados, evangélicos y católicos, niños y niñas, hombres y mujeres, públicas y privadas, de todo probó el Ángel, todos fueron cayendo fulminados por la su mano bendita, por la su espada de fuego. Con decirles que hasta curas, que son especie en extinción. –Mejor entremos -dije. –Y no sólo a mí. Ya hubo uno que a los siete había descubierto su alma negra. Pero no fue la mano de una prima, sino la de su hermana. Es una sospecha que tengo sobre la locura de Nietzsche. –Nene. –Y ése es por fin todo el misterio -dijo Verónica-. Él es capaz de hacer cualquier cosa, por ella, y ella lo sabe. –¡Al cerro! -gritaba Facundito-. ¡A ver el fin del mundo al cerro! A eso de las once, como todas las noches, Camargo abre las cortinas de su cuarto en la calle Reconquista, dispone el sillón a un metro de distancia de la ventana para que la penumbra lo proteja, y espera a que la mujer entre en su ángulo de mira. A veces la ve cruzar como una ráfaga por la ventana de enfrente y desaparecer en el baño o en la cocina. Lo que a ella más le gusta, sin embargo, es detenerse ante el espejo del dormitorio y desvestirse con suprema lentitud. Camargo puede contemplarla entonces a su gusto. Muchos años atrás, en un teatro de variedades de Osaka, vio a una bailarina japonesa despojarse del quimono de ceremonia hasta quedar desnuda por completo. La mujer de enfrente tiene la misma altiva elegancia de la japonesa y repite las mismas poses de fingido asombro, pero sus movimientos son aún más sensuales. Inclina la cabeza como si se le hubiera perdido algún recuerdo y, luego de pasarse la punta de los dedos por debajo de los pechos, los lame con delicadeza. Para no perder ningún detalle, Camargo la observa a través de un telescopio Bushnell de sesenta y siete centímetros que está montado sobre un trípode. La mujer seguía respirando a ritmo normal. Tenía la boca más abierta que de costumbre, acaso porque faltaba el aire en el cuarto. De vez en cuando intentaba débiles cambios de posición, y eso tranquilizaba a Camargo. La había obligado a beber un vaso de agua antes de marcharse, sosteniéndole la cabeza con los guantes de látex que había usado todo el tiempo, y no se vetan signos de que hubiera vomitado. Sin duda iba a sonar muchas veces el teléfono durante la mañana, pero ella no tendría conciencia suficiente para oírlo. La llamaría Sicardi para reprenderla por no haber asistido a la reuniónde editores, y luego la llamaría Maestro, pidiéndole que cubriera las dos nuevas renuncias que esa mañana habían sacudido el frágil árbol del gabinete. En vano, en vano. Pensarían que, ofendida por las recriminaciones de Sicardi, había decidido adelantar el viaje a Río. –Estás hablando en serio -dije. Terrón, mirada. –No me enredé. Tampoco quiero salir. Estoy donde estoy por mi voluntad, limpia de cuerpo y alma, ¿podés entender eso? –Una señorita preguntó por usted -oí, en el hotel. –Ah….

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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