15 de enero de 2025
Comentario destacado
Bbc world service assignment
–También un chal. Aunque presentía algo así, lo inundan la indignación y la vergüenza. Ella escribe con más descaro que el editor colombiano, eso está a la vista: lo que para el editor es sólo un desgaire de la vida, el polvo de unas cuantas noches, para la mujer es un asunto de vida o muerte. ¿Soy otra desde que soy con vos? Qué frase tan impúdica. A él le ha bastado silbar, lanzar al aire el nombre de un hotel, para que ella se eche a correr en su busca como una perra hambrienta. Cuanto más lee los mensajes, más se indigna, no contra la mujer sino contra sí mismo. ¿Así le paga ella las noches que ha pasadoen vela recorriendo su cuerpo a través de las lentes del telescopio Bushnell, custodiándola de lejos, acechando el menor trastorno de su respiración? Se lo veía venir: tarde o temprano iba a traicionarlo. Le parece intolerable. Si quisiera, podría impedir el viaje a Río. Tiene el poder, los medios. Pensándolo bien, va a dejar que las cosas sigan su curso. Va a permitir que se vaya. Pero no como ella quiere. No como el editor colombiano espera. La va a dejar marcada, malherida. La va a destruir y ya se le está ocurriendo cómo. XVIII Et Madame la Mort? Estcequ'elleétalt partie? Con treinta mil asesinados al año en ese país vesánico amén de los que se despachan el infarto, la tuberculosis, la malaria, Pablo Escobar, la policía, los buses y los carros (con efusión o sin efusión de sangre), la pobrecita no se daba abasto. Trabaje que trabaje que trabaje. Y ese afán protagónico a lo Papa que le pica el culo día y noche y no la deja en paz… En todo entierro tiene que estar. Dejarse robar uno la cédula en Colombia es peor que matar a la madre. –Y a lo mejor sigue ahí -apunta Camargo, socarrón-. A lo mejor va a vender todo lo que averigüe a la CNN. De esa chica se puede esperar cualquier cosa. La fugacidad de la vida humana a mí no me inquieta; me inquieta la fugacidad de la muerte: esta prisa que tienen aquí para olvidar. El muerto más importante lo borra el siguiente partido de fútbol. Así, de partido en partido se está liquidando la memoria de cierto candidato a la presidencia, liberal, muy importante, que hubo aquí y que tumbaron a bala de una tarima unos sicarios, al anochecer, bajo unas luces dramáticas y ante veinte mil copartidarios suyos en manifestación con banderas rojas. Ese día puso el país el grito en el cielo y se rasgaba las vestiduras. Y al día siguiente ¡goool! Los goles atruenan el cielo de Medellín y después tiran petardos o "papeletas" y "voladores", y uno no sabe si es de gusto o si son las mismas balas de anoche. Se oyen tiros en la oscuridad, por aquí, por allá, y uno antes de volverse a dormir se pregunta: "¿A quién habrán sacado ya de la fiesta?" Después usted vuelve a las ondas alfa, beta, gamma del sueño, arrullado por los tiros. –¿Con el bien o sin el bien, no te suena eso, Norita, como a redundancia? Para eso han estado siempre los médicos, para desbarrancarnos, con la bendición del cura, en el despeñadero de la eternidad. Esteban te miró caminar lentamente hacia la casa. Verte caminar le gustó. Esa muchacha tiene un cuerpo, pensó. Un pensamiento difícil de reducir a su sentido, como si pensara yo voy a acostarme con ese cuerpo y esa será una dicha inmerecida, una consumación y una venganza. Como si se pudiera odiar y sentirternura al mismo tiempo. Algo así como lo que había sentido esa mañana al pensar que eras hermosa, sólo que a la mañana vos podías defenderte y ahora caminabas lenta y desprotegida hacia esa casa en una de cuyas ventanas altas Esteban volvía a ver aquello que lo había distraído un momento antes. Un alto y elegante señor canoso, mirando hacia acá. Los cuatro estábamos vestidos a la última moda, que en esos tiempos era un par de pantalones de malla negra muy ajustada, y el viejo molde de la jalea, como le decíamos entonces, bien apretado a la entrepierna, bajo la nalga, cosa de protegerlo, y además con una especie de dibujo que se podía videar bastante bien si le daba cierta luz; el mío era una araña, Pete tenía unaruca (es decir, una mano), Georgie una flor muy vistosa y el pobre y viejo Lerdo una cosa bastante fiera con unlitso (quiero decir, una cara) de payaso, porque el Lerdo no tenía mucha idea de las cosas y era sin la más mínima duda el más obtuso de los cuatro. Además, llevábamos chaquetas cortas y ajustadas a la cintura, sin solapas, con esos hombros muy abultados (les decíamosplechos ) que eran una especie de parodia de los verdaderos hombros anchos. Además, hermanos míos, usábamos esas corbatas de un blanco sucio que parecían de puré ocartófilos aplastados, como si les hubieran hecho una especie de dibujo con el tenedor. Llevábamos el pelo no demasiado largo, y calzábamos botasjoroschós para patear. –Pero si no se tira, doctor, le advierto, la cuenta la paga usted. No nos vamos a acabar de gastar en otra semanita de hospital inútilmente la herencia de veinticinco hijos y doscientos cincuenta nietos más bisnietos. Tenía las llaves de la entrada y un pesado manojo de otras llaves. Como si no tuviera pies y manos la retrápoda para írselo ella misma a traer: dos pies con de a cinco dedos y dos manos con de a otros tantos. Dedos si tenía y en las cantidades estatuidas desde el Paleozoico por nuestra sabía madre la naturaleza. Lo que le faltaba era un tornillo en la cabeza. ¡El infaltable tornillo Rendón! Y digo infaltable como quien dice sol oscuro, por oximoron, pues no es que lo tengan sino que carecen de él. Por eso los Rendones no pueden subir ni bajar escaleras. En cambio si toman café. El acto de apertura, por lo visto, había comenzado hacía un buen rato y el rector de la Universidad, de pie a mí lado, acababa de nombrar a don Jerónimo Luis de Cabrera, ilustre fundador de Córdoba. Se interrumpió y me miró. Con una sonrisa yo le di a entender que mi pregunta no se refería al prócer y me zambullí detrás de un gran jarrón con flores y plantas que ornamentaba la mesa, buscando la oreja de la señorita Cavarozzi. No la encontré. Del otro lado de las flores estaba Santiago, el poeta jujeño. Noté que tenía una cara hermosa y patética. "Debemos parecer la Primavera de Botticelli", murmuró, y creo que era la primera vez que hablábamos, "te queda muy bien ese gladiolo en el ojo". La señorita Cavarozzi, apareciendo detrás de Santiago, también entre las flores, se llevó el dedo a los labios, aunque ya era para siempre nuestra cómplice. "¿Qué le pasa?", me dijo en un susurro. Señalé con la cabeza hacia la primera fila y repetí mi pregunta. Pero no me refería a vos. Vos llegaste en ese mismo momento, y años más tarde yo reflexionaré muchas veces sobre esto. Porque no hay casualidades, ahijadito, me dirá alguien en la quinta de Verónica la noche siguiente. Los anacronismos, las transposiciones de jugadas no existen. Hay un orden secreto: el demonio me lo dijo. Vistos desde la horqueta de la Vía Láctea ciertos encuentros y desencuentros, ciertas interpolaciones y hasta ciertas muertes, equivalen a sacrificar un peón en la apertura, perdonando la metáfora. Y cuando me lo dijo yo estaba sentado al pie de una escalera con una botella de whisky entre las piernas y afuera tronaba, pero antes habrá este Paraninfo donde aún resuenan ecos de cantos gregorianos y este ridículo congreso o seminario sobre la Simbólica del Mal o sobre la presencia o ausencia de algo en el arte contemporáneo o sobre la muerte de las ideologías o sobre todo eso junto, tan típico de intelectuales argentinos, mientras fuera del Paraninfo la realidad arde por los cuatro costados y el mundo está a punto de reventar como un tomate podrido y, dentro del Paraninfo, yo acabo de preguntar quién es esa muchacha (no vos), esa muchacha de ojos alarmantes que me había hecho recordar algo, una estampa, en un libro, esa muchacha que ahora sí sos vos, porque de pronto ya estabas allí, y las caras, los cuadros, los tirantes del techo, mis benzedrinas y hasta los gemidos y el crepitar del doliente mundo, todo se reorganizó a tu alrededor y yo escuché por primera vez tu nombre. .

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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