15 de enero de 2025
Comentario destacado
Apa review of literature
Ladébochca que era la mujer de Pete (imposible, imposible) soltó otra risita y le dijo: -¿Tú también hablabas de esa manera? Luego, atravesando mi cuarto llegaba el pobre al suyo, al baño, y tras de quitarse la ropa se pesaba desnudo en una báscula. –Me cago en Dios, está muy claro, ¿no? Quiero saber quién es ese cretino. –La Novena -dije-. La gloriosa Novena. –Dame eso -gruñí, y se lo arrebatéscorro. No me explicaba cómo había llegado allí, hermanos, pero era la fotografía que yo había recortado de una viejagasetta, un bebé que gorjeaba gu gu gu mientras le babeaba leche de larota y miraba arriba comosmecando el mundo, y estaba todonago y la carne toda como pliegues porque era un bebé muy gordo. Hubo un ja ja ja mientras querían arrebatarme el pedazo de papel y tuve que gruñirles de nuevo y agarré la foto y la rompí en pedazos diminutos que dejé caer como nieve. El whisky llegó al fin y lasstarriasbábuchcas dijeron: -Salud, muchachos, Dios los bendiga, chicos, no hay mejores muchachos que vosotros- y toda esacala. Y una de ellas toda líneas y arrugas, sin unsubo en la viejarota hundida, dijo: -No rompas el dinero, hijo. Si tú no lo necesitas, dáselo a otros -lo cual fue muy descarado y audaz. Pero Rick dijo: –No sé ni me importa, Esteban. Necesito que te quedes. Lo comprendo, joven, no crea que no lo comprendo, había dicho la noche anterior el doctor Cantilo, llamado Roque, odontólogo y catedrático de la especialidad pasturas intensivas en la universidad experimental de Ascochinga, interesante distancia, no la que mediaba entre estas dos disciplinas sino la que había hasta aquella localidad, suponiendo que fuera Ascochinga y no Fraile Muerto o Laboulaye, distancia en kilómetros que por alguna razón o, para decirlo mejor, por si acaso, fiché mentalmente mientras miraba a su mujer, Verónica, quien, en el otro extremo de la mesa, hablaba con vos de alguna cosa que era como una telaraña que avanzaba amenazadoramente sobre nosotros. Sobre Santiago y yo. Entonces supe qué era lo que me había molestado al llegar a la mesa, porque Santiago, aquella primera noche, no era todavía Santiago sino apenas el poeta jujeño. Sonó un timbrazo, comenzaron a bajar las luces y debí postergar mi conferencia destinada al doctor Cantilo, sobre la cuestión del peronismo. Cuestión en la que nunca había pensado hasta ese momento de mi vida, pero que aquella noche, aclarada en mi alma súbitamente y para siempre por algún whisky, dos benzedrinas y el anisete de la señorita Cavarozzi, que me tomé alpasar mientras nos poníamos de pie, sentí que era un deber moral exponer ante Cantilo, Estábamos entrando en la sala del teatrito y yo, ahora, escuchaba a mi lado la voz apagada de Verónica. Tenía, en efecto, la voz apagada, bella y casi grave. Había en ella, no sólo en la voz, en toda la mujer y hasta en sus gestos, algo impúdico pero casual, inquietante, de sereno estilo clásico. Cuando habló de la fiesta, por ejemplo, no habló conmigo: se dirigió a vos. La artesanía era meticulosa y sutilmente provocativa: no me hablaba a mí, hablaba de mí. Como contar un secreto para que sea transmitido en el acto, sólo que aquí se sumaba el refinamiento de que por más que vos no me lo transmitieras yo no podía dejar de escucharlo. Candilejas, spots. Detrás del torreón el mar está agitado: un centinela monta guardia junto a las baterías con su hermoso casco bávaro, y por lo tanto esto es el segundo acto deLa Danza Macabra,de Strindberg, y noPentesileade von Kleist como imaginé o recordé hasta hoy. Mar de tormenta y ruido de olas, sea. Y Verónica. Verónica que en voz muy baja te está diciendo algo de una fiesta en el Cerro de las Rosas. Una fiesta a la que debías invitar al pescadito de color, a mí, la noche siguiente. El Capitán, delirando durante el sueño, pretendía haber resuelto el enigma del Universo; ya amanecido, descubrió la inmortalidad del alma. "Cállate", murmuró el doctor Cantilo a Verónica, suavemente, con el acento en la primera a. El doctor Branom se marchó. Me quedé tendido en la cama pensando que estaba en un verdadero paraíso, y me dediqué a leer algunas de las revistas que me habían dejado:Deportes Mundiales, Sinyma(ésta dedicada a películas) yMetas.Luego, volví a recostarme y cerré losglasos y pensé qué agradable era volver a ser libre, Alex, quizá con un trabajito lindo y fácil durante el día, porque ahora era demasiado viejo para la viejascolivola, y después tal vez juntara una nueva banda para lanaito, y el primerraboto sería echarle la mano al Lerdo y a Pete, si ya no los habían apresado losmilitsos. Esta vez tendría mucho cuidado de que no melovetaran. Me daban otra oportunidad, a pesar de que había matado, y no era justo que me dejaralovetar de nuevo, después que se tomaban tanto trabajo para mostrarme las películas que harían de mí un muchacho realmente bueno. En realidad, yo estabasmecando realmentejoroschó de la inocencia de los tipos, y seguíasmecando cuando me trajeron el almuerzo en una bandeja. El veco era el mismo que me había llevado almalenco dormitorio cuando llegué por primera vez almesto, y me dijo: –Aprecio su actitud, señor -dije-, muy sinceramente. Entonces te vi. Sentada en la penumbra del café ante un vaso que no era daikiri ni calvados ni pernod, vestida totalmente de negro, a mediodía, con el largo pelo sobre la cara, pero sentada ante un gran vaso de leche, rodeada de ningún misterio, en una mesa desde la que se podía vigilar la puerta de entrada a mi hotel, terminando de comer algo que en el mejor de los casos podía ser torta de manzanas y, en el peor, una porción de pizza. En silencio me senté a tu lado. –¿Eso? –Brenda ha vuelto a llamarte? Entonces volvió a oír el «gruac gruac» del pájaro. Que si yo lo oía. –Te necesito, mamá. Jamás te pido nada. Pues los trajo sin avisar y me tomaron desprevenido, leyendo en el pasquín de El Colombiano los mensajes de gracias al Espíritu Santo. Examinaron al paciente y su infinidad de análisis, y coincidieron conmigo en que podía ser cirrosis. Al que coincide conmigo le abro de inmediato un campito en mi corazón y le otorgo la categoría de poseedor indiscutible de la verdad, y así procedí con ellos. Dos días después volvieron y se retractaron: que era hepatoma. Y eso si que no. Y como entraron a mi corazón salieron, por la puerta ancha. Tras de lo cual empecé a maldecir de ese par de aves agoreras..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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