15 de enero de 2025
Comentario destacado
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Cruzamos el parque, tomamos por Junín y llegamos al Versalles. A la entrada de éste nos tropezamos con La Plaga. "¡Ay Plaguita, qué alegría verte! -exclamé-. Yo ya te hacía muerto… "Que no, que todavía no, que seguía en la racha de suerte. "¿Y tu hijito?" Que ya estaba por nacer, que era cosa de días pero que se había tomado nueve meses. "¿Tanto así? ¡Qué despilfarro! Yo en nueve meses me escribo una ópera…" Wílmar entró a comprar los pasteles y yo me quedé afuera con La Plaga conversando. Entonces me hizo el reproche, que por qué andaba con el que mató a Alexis. "¿Por qué dices eso, niño tonto? -le contesté-. ¿No ves que yo ando con Wílmar y a Alexis lo mató La Laguna Azul?" "Wílmar es La Laguna Azul", respondió. –No entiendo la sutileza -dijiste con tranquilidad. Es casi mediodía, va a llover y además tengo hambre. No razono con astucia cuando tengo hambre. A sus pies estaba su acta de levantamiento del cadáver. La leí de prisa. Nada especial. Que iba en un bus atestado y le habían disparado por la ventanilla desde una moto. Que cuando el agente de la fiscalía llegó al bus detenido a levantar el cadáver, salvo al chofer ya no encontró A nadie: se habían ido todos a sus casas a oír el partidade fútbol, y a comer, a fornicar, a parir más hijos. En cuanto al chofer, ni vio ni oyó nada, él estaba en su trabajo, manejando y cobrando. Se anotaba en las "Observaciones" que el presunto cadáver llevaba en el bolsillo del pantalón el número de un presunto teléfono: el mío, al que me llamaron. Para que no se fueran a enredar siguiendo pistas falsas pues si alguien no lo pudo matar ni mandar matar era yo, que lo quería, saqué mi bolígrafo y taché el número veinte veces: a ver si la ciencia forense colombiana era tan competente que alcanzaba a leer por sobre veinte tachones. …rosa evadida de la muerte, flor sin otoño, espejo mío, cuya forma cabal y único nombre conoceré algún día, si, como espero, hay un día en que la sed del hombre da con el agua justa y el exacto manantial. –Casi dos horas. Fue un erudito crítico de cine en el diario Ultima Hora; luego, en los años de la dictadura militar, trabajó como jefe de redacción de Folha de Sao Paulo y director de Folha da Tarde. Su esposa había nacido en los Estados Unidos y se mudó con ella a Washington en 1974, como corresponsal de periódicos paulistas. Allí se hizo notorio por su altivez y por su extremo orgullo. Cierta vez, durante un almuerzo de la prensa extranjera con representantes del Partido Republicano, uno de éstos comentó, al pasar, que los periodistas sudamericanos viajaban y comían siempre a expensas de sus fuentes. Pimenta Neves se levantó en silencio de la mesa y pagó la cuenta completa, que ascendía a setecientos ochenta dólares. Luego regresó y se la arrojó en la cara al que lo había ofendido. En el desplante disipó la mitad de su salario mensual Mí profunda convicción de que la sulfaguanidina servía para la criptosporidiosis del sida y mi éxito fulminante en el caso de mi hermano se chocaban contra una coraza de escepticismo y mezquindad. La caterva de charlatanes doctorados se negaba a aceptar que viniera a desbancarlos un sabio sin diploma: yo. –¿No creía usted que el presidente iba a mirarme las piernas? Empiece a desilusionarse desde ahora. Llevo una pollera de monja. Estoy sin maquillaje. Pocas veces me he sentido menos atractiva en la vida. Cuanto más imagina uno cómo van a suceder las cosas, más diferentes son. Voy a llamarlo a las ocho, doctor, cuando todo haya terminado. ¿Hubo alguna reacción del Vaticano? –No estaba escuchando -dijo Santiago-. Perdón. –Ojalá, abuela. ¡Qué más quisiera yo que todo fuera leche y miel! Pero no, esto es un valle de lágrimas cargado de sufrimiento. –Perdón -dijo Santiago. Habló con absoluta seriedad. -Ando distraído. –Tú -intervino este Joe-, sé bastante de ti, muchacho. Sé lo que hiciste, y que les destrozaste el corazón a tus pobres y doloridos padres. Así que regresaste, ¿eh? Volviste para amargarles otra vez la vida, ¿no? Tendrás que pasar sobre mi cadáver, porque me han permitido ser un hijo más que un inquilino. -Yo casi hubiese podidosmecarme a todo trapo al oír eso si el viejorasdrás interior no me hubiese provocado una sensación de náusea, porque esteveco parecía tener casi la misma edad que mi pe y mi eme, y ahí estaba tratando de abrazar a mi llorosa ma con unaruca protectora de hijo, oh hermanos míos. –Gente, no. Mujeres. Se creen por encima de los demás. Son las que han matado a Dios para quedarse con el lugar todavía caliente. Elúnico lugar donde la madre podía haberse ocultado era Buenos Aires, porque la ciudad era un espejo interminable donde las vidas se confundían y se repetían. Camargo tenía quince años cuando Radio del Pueblo contrató al padre para que hiciera los efectos sonoros de El León de Francia, que copiaba las aventuras del Zorro. Un domingo de invierno, luego de vender los pocos muebles que les quedaban, cruzaron en un tren que se llamaba El Tucumano los desiertos de Santiago del Estero y las salinas de Córdoba, y llegaron a Buenos Aires a medianoche. La radio mandó a la estación de Retiro un coche de plaza con la orden de que los paseara por las calles del centro antes de llevados a la pensión. Los edificios estaban iluminados y debajo de la tierra se oía el rugido de los trenes. La gente cruzaba las calles riendo y comiendo porciones de pizza, y algunas avenidas caían en pendientehacia las oscuridades del río. Era de noche pero la luz fluía de todas las ventanas con tanta intensidad que a Camargo le pareció que el sol saldría en cualquier momento. –No te hagas el senil. En este país todo el mundo tiene el complejo de la edad. –¡Dónde están las putas llaves! -gritaba desesperado-. Se las llevó ese atracadorcito que durmió aquí con vos anoche. –¿Y a quién le piensan vender tantos apartamentos? -le pregunté a papi..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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