15 de enero de 2025
Comentario destacado
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–¿Juana de Arco? -pregunté con disgusto. –¡Él! -contesta histérica la gemebunda. ¡Me llamó de la Calle 80 con Colombia! –A callar, súbditos de la Muerte, que acabáis de entrar en su oscuro reino. –Y qué fue lo que dije. Retiré la mano con tanta brusquedad que volqué un vaso sobre el mantel. –Todo tiene una primera vez, mujer, ya ves. Con los años he descubierto que el varón le llama a esto conquistar a una mujer. No sé qué imaginaba entonces al respecto pero me recuerdo subiendo al dormitorio de Verónica con la botella en una mano, un vaso tintineante ensartado en el pico de la botella y, en la otra mano, el vaso que, en esos tiempos, yo era capaz de beber subiendo una escalera. O encuentro el modo de sentir que estoy manejando esta situación, o encuentro el modo de escaparme decorosamente de esta casa. Supongo que lo pensé. Sólo la más innoble de las petulancias masculinas, esa presuntuosa estupidez de poder que el machoha conferido a sus quince o veinte centímetros ilustres, puede haberme puesto en esta situación. Verónica es hermosa, me atrae como la piedra imán al barco de Simbad, ya he conseguido, por alguna razón que ignoro, puesto que estas cosas siempre ocurren fuera de mí, convencerla de que ella tiene ganas de acostarse conmigo. Muy bien, qué necesidad de ir más lejos. Ya está. Lo sustancial y metafísico del acto se ha cumplido. Por qué debo someterme a la violencia de sacarme zapatos, medias, enjuagarme lugares quizá destinados a dar un nuevo ejemplar a la raza humana, si lo que más megusta de esta mujer es su voz, la armonía de las líneas de su cuerpo, el modo que tiene de mover los brazos. El anacoreta que hay en mí me susurra al oído que mi destino es comer langostas y miel silvestre, y hasta me dice que la miel es un placer excesivo, una concesión a la sensualidad y al desorden. Cierto lúbrico enano con testuz de chivo, que también me habita en circunstancias como ésta, me trata de impotente cretino, me ordena que agarre de una vez una buena porción de esa mujer que se ha detenido ante la puerta del dormitorio y haga algo inolvidable o escandaloso con ella, merecuerda que deben ser más de las cuatro y que la rapidez nunca fue nuestro fuerte. Ya es un poco tarde casi para cualquier cosa, acota uno de mis habitantes objetivos, el peor. Me he pasado la vida enfrentado conmigo mismo como ante varios antagonistas simultáneos, emperrados, astutísimos contrincantes que me acorralan, como ahora, en los momentos más inesperados. –Remis lo habría conseguido arriesga Maestro-. Estuvo al lado de él durante todo el día de la crisis. Reina quería prestar atención pero el verboteo de Camargo, acelerado y torrencial, no dejaba lugar para la atención de nadie. La casera sirvió el gazpacho sin que él se diera cuenta. La escena era ridícula. Los dos estaban de pie ante la mesa servida, con el vino de noventa dólares recién abierto. Hasta que ella dijo: –Decile Darío a ese engendro, vos que todavía le hablás, que ponga por lo menos el Réquiem de Mozart. –Cómo sabía qué. –No lo sé. Todos los signos de tu vida van hacia ese punto: la necrología de Robert Mitchum, tu discusión con la superiora en el colegio de monjas. Tout aboutitk un livre, como decía Mallarmé. ¿Por qué no me hablaste de eso? Te habría ayudado. –¡Alguno! -gritaba-. Hay que sacar la basura que ya sonó la campana. –Yo tampoco. Nadie sabe. Todos estamos aprendiendo. ¿Por qué te fuiste temprano de Los Toldos? –Sí entiende, y yo también. Usted tiene razón, son malos. Pero ella no lo sabe. Y yo le pido que no se lo diga. No, ahijadito. Nada deél. No a mí. No en este fatídico ómnibus a oscuras. Con confianza o nada. Estamos en la República Argentina de los años 60. Nada de cortesías. Ni siquiera en esta ciudad, ni siquiera en Córdoba de la Nueva Andalucía, viejo reducto español con su Universidad trisecular, su colegio de Monserrat y una iglesia católica en cada esquina. Bien mirado, nuestro encuentro tenía que ser aquí. ¿Dónde, si no? En este preciso instante nuestro Leviatán rueda sobre subterráneas catacumbas más o menos medievales donde se enterraba viva a la gente y hay calabozos con máquinas de tortura. Me siento como en casa. –No volvás a joder con eso, Maestro, o te voy a arrancar la cabeza también a vos. Soy una persona de principios. ¿Alguna vez entendiste lo que quiere decir eso? No tolero la corrupción. No tolero la mentira. ¿Dónde está ahora esa mujer, decime? Cree que el diario es de ella. Hace lo que se le da la gana. Viaja a Caracas, viaja a Río, llama a Karachi, a Mozambique o a donde sea desde los teléfonos que yo pago. Y encima desaparece cuando quiere. Ya me cansé. En El Heraldo nadie la va a contratar, quedate tranquilo. Voy a ocuparme de eso personalmente. Bravo a veces pero esta noche calmadito, hipócrita, por La Pintada pasa el Cauca arrastrando sus aguas traidoras color de barranco. Por un puente colgante lo cruzamos. El puente se bambolea a nuestro paso, incierto como un borracho. Si caemos no salimos. En eso este río es como el perro López: insaciable, voraz, avorazado, lo que agarra no lo suelta. Y por virtud del susodicho perro, pillo redomado, tunante taimado, bribón disimulado, truhán quintaesenciado, cejijunto lujurioso, hidrófobo rabioso, rufián rapaz, pozo sin fondo, uñas de gato, presidente de México, espejo de malnacidos, prototipo de granujas, paradigma de bellacos, vuelvo al cuarto y al concierto de los zancudos, que me zumban en el oído con una frecuencia de seiscientos hertz. Si, definitivamente el que caiga al Cauca de él no sale, ése es un río traicionero. Tiene tantos remolinos en sus aguas como malas intenciones en el alma. Soñé entonces que en su bamboleo el puente nos tiraba al río. Hundiéndonos en el agua revuelta y turbia, desesperados, tratábamos mi hermano y yo de salir del carro. Desperté ahogándome, con el sol en los ojos. Y se va. –Por no acordarse, y salvo lo de las chauchas, se acuerda bastante bien -dijo la chica..

Lou Nicholes
Presentando Family Times: Lou Nicholes

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¿QUÉ SACÓ DE TU TIEMPO DE SILENCIO HOY?

Esta es una pregunta que Jack Wyrtzen me hizo en una conversación telefónica hace muchos años. Me gustaría hacerte la misma pregunta. Me quedé sin palabras porque no tenía un plan para leer la Palabra de Dios todos los días y compartirla. Como resultado, esta pregunta cambió el curso de mi vida al leer la Palabra de Dios y compartir mis pensamientos con mi familia y otras personas todos los días. Si deseas recibir estos pensamientos, solo haz clic en el botón a continuación y es gratis .

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Somos una familia misionera que ha ministrado con Word of Life Fellowship desde 1962. Esta es una organización internacional de jóvenes fundada por Jack Wyrtzen, con sede en Schroon Lake, Nueva York. Lou Nicholes creció en una pequeña granja en el sureste de Ohio.

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